Tips para combatir la desinformación

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La tecnología ha evolucionado y con ello ha puesto al alcance de cualquier persona la posibilidad de crear contenido o acceder a este. Y aunque el diseño, la creación de sitios web, la investigación, la redacción, etc. requieren de experiencia profesional, las facilidades para subir información en línea que simule ser fiable y desinforme proliferan en la misma web.

 Por Ana María Carvajal

Tu primo te envía un mensaje por WhatsApp o Telegram, das click en un anuncio publicitario en una página confiable, ves un titular llamativo en una de tus redes sociales o simplemente te encuentras con una de las recomendaciones que los algoritmos por tu historial de navegación ponen al alcance de tus manos.

Cualquiera de estos mecanismos te llevan al confuso y creciente universo de la desinformación. Cada vez es más fácil entrar en este espacio donde empresas, políticos y cyberdelincuentes pescan gente para convencerle de consumir productos, tomar una posición con respecto a algún tema o un partido político o para robarle sus datos y su dinero.

Sin embargo creer en este tipo de material mal intencionado, tendencioso o falso puede poner en riesgo a la comunidad, crear percepciones de realidad erróneas o causar conmoción social innecesaria.

¿Cómo las audiencias pueden enfrentar ese problema? Para Desireé Yépez, periodista y especialista en verificación o ‘fact checking’, lo primero es entender que la desinformación no es un fenómeno nuevo pero sí se perfecciona con la evolución de la tecnología, las plataformas y el acceso a Internet. Esto último, que implica la democratización del uso de internet, es tan válido como la creación de la figura del prosumidor (no solo consumidor sino productor de contenido a cualquier lugar u en cualquier momento), pero convierte al internet en un “territorio minado”.

Aprender sobre la desinformación le da a cualquier usuario herramientas para protegerse de ello, explica Yépez. Por ejemplo, señala que no existe un solo tipo de desinformación porque cada una tiene características propias. Por ejemplo, existe una abiertamente satírica, cuyo fin es referirse a la realidad en clave de humor, pero no tiene una intención de manipular al usuario.

Sin embargo, hay otros tipos como la desinformación política que inunda las redes de contenidos engañosos o falsos y no únicamente durante las elecciones sino en épocas coyunturales complejas, como ocurrió en Ecuador con el paro de octubre del 2019 o con la pandemia por el covid-19, en el país y en todo el mundo. Cuando se usan como una estrategia de comunicación política, estas prácticas tienen una intención detrás y quienes la producen pretenden incidir la posición que tomarán quienes las consumen.

Tanto ella como el periodista y verificador Valentín Díaz, de AFP Factual Ecuador, señalan que las audiencias son corresponsables porque acceden a información a través de redes y plataformas que puede ser nociva para sí mismos y sus entornos. Mientras la sociedad y los estados tienen el reto de expandir la alfabetización digital o ‘media literacy’ para entender las lógicas de la tecnología y de los nuevos dispositivos, las personas debemos tomar una pausa frente a la ola de bulos que existe, analizarla, aprender y enseñar a los nuestros sobre el tema.

Desde el 2017, el 2 de abril de cada año se conmemora el ‘Fact checking day’, que busca crear conciencia sobre la cultura del apego por la verdad en lo político, periodístico y en lo cotidiano, entre la ciudadanía, según la Fundación Gabo y su iniciativa Red Ética, que lucha contra la desinformación, en una de sus líneas de trabajo.

En este espacio se ofrecen herramientas a periodistas para verificar información pero el material también puede ser útil para cualquier ciudadano que quiere evitar caer en ella. La Fundación, en su libro ‘El periodismo ante la desinformación’, lanzado en mayo del 2021, parte del hecho de que los contenidos se enmarcan dentro de la post verdad, como se conoce a la distorsión deliberada de la realidad para manipular creencias y emociones, con el fin de influir en la opinión pública y en las actitudes sociales.

Es importante considerar que al hablar de audiencias no debemos considerarlas como una masa homogénea, porque, según Yépez, se debe tener claras las diferencias entre entre usuarios y generaciones. Mientras los niños y jóvenes son nativo digitales, las generaciones anteriores hemos aprendido en distintas etapas de nuestras vidas a relacionarnos con los contenidos en línea.

La adaptación, en ese caso, no siempre es fácil y convierte a los padres, abuelos y bisabuelos en los principales blancos de la gente que vive de la desinformación. El primer paso, entonces, es entender que si bien hay quienes son responsables por subir un contenido a cualquier espacio en internet, hay quienes debemos hacernos responsables no solo por lo que consumimos, sino por lo que compartimos.

Para lograrlo, es útil seguir algunas recomendaciones que Yépez y Díaz ofrecen, como mecanismos para frenar los efectos de la desinformación en nuestros entornos:

  • Duda de todo lo que recibes.
  • Revisa las fuentes que sostienen esa información: si incluyen día, hora, lugar, voceros, etc. que demuestren que lo que se dice realmente ocurrió o tiene una base confiable.
  • Averigua quiénes son los protagonistas de la historia que nos comparten o quiénes son los que la envían en origen
  • Usa buscadores como Google para ver qué más información se ha publicado al respecto. Si no hay nada más o solo aparece en sitios poco conocidos, puede ser falsa.
  • Los medios ‘fake’ usualmente no remiten a publicaciones pasadas que den un contexto sobre el tema tratan. Solo suben el material, sin ninguna conexión. Si estamos navegando en un sitio así, es mejor cerrarlo y no volverlo a abrir.
  • La forma de redactar es importante. Si bien hasta a los profesionales con décadas de experiencia se les puede escapar un error, en los portales y redes sociales donde se producen bulos o similares, la ortografía y la gramática no suelen ser correctas. Si te encuentras con material plagado de errores, solo aléjate de eso.
  • WhatsApp impulsa varias iniciativas para frenar reenvíos y por ello es común que nos lleguen contenidos con una señal acompañada de una flecha donde dice “reenviado” o “reenviado muchas veces”. Eso da luces no solo del impacto de una viralización sino que esta no siempre será fiable o real.
  • Solo si ese contenido ha sido difundido en otros medios confiables y seguros, compartir el material. Pero si tenemos dudas, lo mejor es descartarlo y así ayudar a frenar la viralización.
  • Recuerda que en línea pueden robarte tus datos y hasta tu dinero. Las marcas, los bancos y las empresas serias nunca usarán plataformas como WhatsApp para ofrecer formularios para anotarse para un empleo, hacer concursos o regalarte dinero o premios. Por lo general, hay quienes se toman el nombre de marcas para pescar tu información y vender luego tus datos en línea . No accedas nunca a estos links.
  • Sigue páginas de ‘fact checking’ en Ecuador como AFP Factual y Ecuador Chequea u otras como la Red Ética, de Fundación Gabo, que se dedican a desmentir bulos y a ofrecer información verificada sobre temas que causan dudas en línea. Los dos primeros incluso ofrecen canales de comunicación a los que puedes escribir para pedir que se aclaren aquellos contenidos que causan preocupación o duda en redes.
  • Si ingresas a una página web de un medio, siempre debes considerar que cuando se trata de un trabajo serio tiene al inicio “https”, pues la mayoría de páginas web confiables tienen un certificado de seguridad SSL e información sobre sus contactos de redes sociales, correo electrónico, teléfono, dirección, etc.
  • Nunca navegues en un sitio cuya URL no sea la que pinchaste en inicio. A veces se cuelan ventanas emergentes que te llevan a una cosa distinta a la que tú querías visitar.
  • Si visitas una red social, fíjate que tenga el sello de cuenta verificada. Esto es muy importante para saber que se trata del perfil auténtico del medio, entidad pública o empresa a la que querías dirigirte originalmente.
  • Aunque la prueba que la Red Ética difunde está principalmente dirigida a periodistas, la ciudadanía en general podría usarla también para poner a prueba su ojo crítico y diferenciador entre realidad y bulo. Si te interesa huir de la información falsa, puedes unirte al grupo de Facebook Esta noticia es falsa para salir de dudas sobre el contenido engañoso que encuentras en línea.

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