El general (Sp) René Vargas Pazzos murió este primero de marzo de 2025 a los 92 años. Paradójicamente ese mismo día, hace 18 años, ocurrió el bombardeo de las fuerzas colombianas en Angostura, Sucumbíos, Ecuador. Tras este suceso se conocieron los nexos, a diferente nivel, de funcionarios del gobierno de Rafael Correa con las FARC.
Redacción Código Vidrio
Él se declaraba nacionalista y revolucionario. El general (p) René Vargas Pazzos murió este primero de marzo de 2025 a los 92 años. Paradójicamente ese mismo día, hace 18 años, ocurrió el bombardeo de las fuerzas colombianas en Angostura, Sucumbíos, Ecuador, donde falleció el líder de las FARC, Raúl Reyes, y 25 insurgentes más.
Tras este suceso se conocieron los nexos, a diferente nivel, de funcionarios del gobierno de Rafael Correa con las FARC. Uno de los más importantes era Vargas.
El entonces presidente Álvaro Uribe y su vicepresidente, Francisco Santos, denunciaron que Reyes operaba en ese campamento con la complicidad y autorización del gobierno ecuatoriano. Correa desmintió esas afirmaciones y rompió relaciones con Colombia. Inició una gira relámpago por siete países latinoamericanos para denunciar la violación de la soberanía y la agresión del gobierno colombiano. Esto provocó el rompimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países por cuatro años.
Vargas era un militar apasionado y controversial. Fue el primer embajador del correísmo en Venezuela. Por su cercanía y amistad personal con el caudillo venezolano fue el nexo entre ese gobierno y el de Correa.
Su padre fue comandante liberal con Eloy Alfaro, eso lo dijo en entrevista años atrás.
El militar manabita era cercano a Hugo Chávez desde que éste intentó derrocar al entonces mandatario venezolano Carlos Andrés Pérez, en 1992. Encerrado en la cárcel de San Francisco de Yaré, recibía literatura, sobre la figura de Manuelita Sáenz y sobre Eloy Alfaro. El remitente era nada menos que el general René Vargas Pazzos.
En 1998, por vueltas del destino, Chávez llegó al poder en Venezuela, y el militar ecuatoriano se convirtió en asiduo visitante del Palacio de Miraflores, como lo revela el libro “El Juego del Camaleón”. Allí, “festejó varios de sus cumpleaños y participó en el programa sabatino ‘Aló Presidente’”.

Ambos fomentaron un pensamiento bolivariano que impulsaba la unidad latinoamericana. Con esa premisa, al día siguiente de la posesión de Correa en Carondelet, le pidieron que fuera el embajador destacado en Caracas. Aún más, Chávez lo invitó a acompañarlo en visita oficial por Rusia, Bielorrusia, España y Portugal.
Vargas no solo había sido crítico con la aplicación del Plan Colombia por parte de Estados Unidos. También había visitado al segundo al mando de las FARC de Colombia, Raúl Reyes, en un campamento en el Putumayo.
En 2000, por delegación de la ONU y de Amnistía Internacional, Capítulo Suecia, fue parte de una misión humanitaria que durante varios días visitó campamentos de las FARC en Colombia y dialogó con autoridades civiles y militares.
En una entrevista que se incluyó en el libro “El Juego del Camaleón” afirmó, mientras era embajador en Caracas, que fue amigo de Raúl Reyes, y que el objetivo de esa visita, cinco años antes en el Putumayo, fue analizar la situación geopolítica y el Plan Colombia. Esa ocasión en ese viaje también estuvo el periodista Arturo Torres, con el fin de entrevistar a Reyes. Ese diálogo fue publicado en Diario El Comercio.
Vargas erigió su figura durante la dictadura del general Guillermo Rodríguez Lara, a inicios de los setenta. Entre 1973 y 1977 ocupó varios cargos en el área hidrocarburífera nacional: fue subgerente y gerente de la estatal petrolera, ex CEPE, y luego Ministro de Energía. Fue uno de los artífices de la salida de la empresa norteamericana Texaco: una muestra de su ideario nacionalista, que también se plasmó en la reformulación de la Ley de Hidrocarburos de la época.
Entonces era coronel y tuvo un ascenso vertiginoso: llegó a ocupar la jefatura del Estado Mayor del Ejército. Aunque Vargas lo niega, entre los uniformados de esa época era un secreto a voces que él obligó, con pistola en mano, a que los gringos de la Gulf firmaran la entrega de las acciones. Era un fogoso y arriesgado coronel.
“Yo nací así, nacionalista y revolucionario (…) Siempre me he opuesto a la Base de Manta, al Plan Colombia”, enfatizó Vargas.
Desde mediados de 2003, Vargas arrendó una de sus haciendas, ubicada en la Bocana del Búa, en Santo Domingo, a un grupo de armados colombianos, liderados por «Casimiro», quien luego fue identificado por agentes de Inteligencia como Oliver Solarte, jefe financiero del Frente 48 de las FAR