Palma Real, en medio de la ruta de narcos y contrabandistas   

Palma Real es el último poblado limítrofe de Ecuador, frente a Colombia. Queda a 40 minutos en lancha de San Lorenzo, Esmeraldas. Aunque sus habitantes no padecen los problemas de inseguridad que asola a la capital de la provincia, si está en medio de la ruta usada por redes criminales que transportan gasolina, precursores, gas y otros productos hacia Colombia.   

Por Emilia Paz y Miño

Palma Real se eleva en el mangle. El cielo y el mar se juntan, se fusionan,  así como el mar que baña Ecuador y Colombia sin ninguna frontera visible.

El 2015 contaba con 500 habitantes. Humberto Pérez, vicepresidente del GAD Parroquial Ancón de Sardinas, cuya capital es Palma Real, cuenta que hay aproximadamente 1.800 habitantes en la actualidad y que el 35% es colombiano. El crecimiento poblacional se debe al constante ir y venir de refugiados que huyen periódicamente de la violencia en sus países. 

A este lugar solo se llega en lanchas que salen desde el muelle de San Lorenzo, en cuatro diferentes horarios, entre las 07:30 y las 16:00. El viaje dura alrededor de 45 minutos hasta una hora y cuesta tres dólares. 

Las aguas son calmadas, el calor intenso. Sin embargo, con la velocidad de la lancha la brisa se siente claramente en el rostro, mientras el agua salpica por todos los costados. Las lanchas no son muy grandes, unos cuatro metros de largo por casi dos de ancho.

Entrada a Palma Real desde el muelle. Es una estructura de cemento que se eleva en mitad de la bahía. Foto Emilia Paz y Miño.

El recorrido es relativamente tranquilo, en medio de controles fluviales constantes de infantes de Marina que patrullan en lanchas por todo este sector en busca de contrabandistas de combustibles y narcotraficantes. 

La lancha se abre paso entre los brazos del mangle, que se levanta imponente a los costados. Las raíces bien aferradas a la tierra se despliegan como serpientes. Los árboles impiden ver el horizonte. Sus ramas y tallos están enredados unos con otros. Aves van y vienen.  Pelícanos, garzas y fragatas de pecho rojo aparecen en bandadas. 

Palma Real se divisa a lo lejos. Las casas son de madera, pequeñas y vetustas. Se levantan a unos dos metros del mar para protegerse de los aguajes. La costa se ve llena de ramas, palos, conchas y desperdicios que trae la corriente. 

Luego de llegar al embarcadero, tras recorrer una vía angosta de tierra, una mujer  sentada enredando un hilo rojo llama la atención. Es Livi Díaz, colombiana, “orgullosamente de Buenaventura”. Llegó a Palma Real hace cuatro años con sus dos hijos, escapando de la violencia del país cafetero. “Se vive bien, sin nada de que uno tenga peligro de que a sus hijos les vaya a pasar algo, aquí los niños andan al aire libre. El único peligro es el mar”, explica Díaz. 

Livi Díaz (izquierda) llegó a Palma Real hace cuatro años con sus dos hijos, huyendo de la violencia en Colombia. Foto Emilia Paz y Miño.

Muertes violentas incontenibles

Pese a la aparente calma, los peligros siempre están latentes. Los grupos armados colombianos llegan esporádicamente a esta zona, sobre todo para reclutar a los más jóvenes. En este y otros poblados costeros de Esmeraldas los chicos han sido «persuadidos» por los armados para juntarse a sus organizaciones, según denuncias de organismos de DD.HH. En general los familiares no denuncian lo ocurrido a las autoridades por temor a retaliaciones.

Jorge Castillo, ex coordinador local de la ONG HIAS San Lorenzo, menciona que este fenómeno obliga a desplazarse a las familias que son perseguidas por no permitir que sus hijos sean reclutados a la fuerza por los grupos armados.

Esta zona también es considerada por Inteligencia militar como de tránsito de botes que transportan cocaína, gasolina, precursores y tanques de gas desde Esmeraldas hasta Tumaco, en la costa de Nariño. Esa ciudad es el epicentro del narcotráfico en esta parte del Pacífico.  

El narcotráfico ha provocado en toda la región, en Colombia y Ecuador, el aumento de la delincuencia. Según cifras oficiales, en el primer cuatrimestre del 2022 en este país hubo 1.255 muertos. Alrededor de 440 crímenes sucedieron en Guayaquil y Durán. De igual manera, desde febrero de 2021 se desataron las matanzas carcelarias entre miembros de bandas criminales vinculadas al narcotráfico, que causaron amotinamientos y cerca de 400 fallecidos. 

Esmeraldas, Guayas y Manabí son consideradas las provincias más inseguras y violentas del Ecuador. Para contener los índices delictivos se desplegaron 4.000 policías y 5.000 militares, desde junio pasado. A la cabeza de la estrategia está la Fuerza de Tarea Conjunta, liderada en Esmeraldas por el general Alexander Levoyer.  

En septiembre, el país registró una tasa de 15 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, según la Policía. Es el índice más alto de muertes violentas en la última década. En Esmeraldas se reportan 70 asesinatos, que están muy por encima del promedio regional. En lo que va del año han ocurrido 416 muertes violentas en esta provincia. Este sábado 22 de octubre, precisamente, se reunió en Esmeraldas el Consejo provincial de Seguridad, que estuvo encabezado por el ministro del Interior, Juan Zapata. Él estuvo acompañado por el comandante Fausto Salinas y el general Alexander Levoyer. El objetivo de la cita fue analizar la crisis de inseguridad.

 

El 2018 el país se vio afectado por una crisis de inseguridad a nivel nacional. En ese año la tasa de muertes por cada 100.000 habitantes fue de 5,81. Las provincias con mayor índice de violencia fueron Esmeraldas, Guayas, Manabí, Los Ríos, Santo Domingo de los Tsáchilas, Imbabura, Pichincha, Azuay, Sucumbíos y Orellana. 

En marzo de ese mismo año, el «Frente Oliver Sinisterra», liderado por alias Guacho, secuestró y asesinó al equipo periodístico de El Comercio conformado por el periodista Javier Ortega, el fotógrafo Paúl Rivas y el conductor Efraín Segarra. Eso ocurrió en medio de una crisis de inseguridad sin precedentes en Esmeraldas que dejó nueve víctimas, incluidos seis marinos y dos civiles más. 

Otra crisis, cuatro años después

Cuatro años más tarde, la escalada de criminalidad tiene nuevamente contra las cuerdas al Gobierno, que no ha podido retomar el control de las sangrientas secuelas del enfrentamiento de las bandas de Los Tiguerones, que opera para el cartel Jalisco Nueva Generación, y Los Gangsters, brazo armado del cartel de Sinaloa. Las autoridades estiman que Los Tiguerones cuentan con cientos de integrantes y son socios del Frente Olíver Sinisterra.       

Esmeraldas es un enclave neurálgico de las operaciones criminales, que despuntaron por el aumento de producción de cocaína en Colombia, los tres últimos años. El 40% de las 1.300 toneladas anuales que se producen sale por Ecuador, según estimaciones oficiales. La droga ingresa al país por vía terrestre y sale por el mar. En Tumaco, Colombia, y en zonas fronterizas de Esmeraldas se usan semisumergibles o narcosubmarinos que zarpan de zonas costeras donde existen manglares y pueden llevar toneladas de cocaína. Además en embarcaciones de fibra de vidrio y láminas de madera reforzada con resina.

Tumaco es un distrito colombiano que se ubica en el departamento de Nariño. Desde San Lorenzo hasta Tumaco en auto son alrededor de una hora y media, mientras que en bote son cerca de 45 minutos desde San Lorenzo a Palma Real y otros 45 minutos desde ahí a Tumaco. 

Infantes de Marina realizan patrullajes diarios en esteros y en el mar de las costas de Esmeraldas. Operan con cuatro lanchas. Foto Código Vidrio.

Esta es considerada la ciudad más peligrosa del sur de Colombia, debido al alto número de homicidios y otros delitos derivados del narcotráfico y de la presencia de cárteles y grupos armados en la zona. 

En varias ocasiones el gobernador de Nariño, Jhon Rojas, ha alertado sobre la inseguridad en Tumaco causada por la presencia de grupos armados e indicó que “ha desbordado la capacidad de las autoridades”, por lo cual se requería una “atención integral” para poder garantizar la seguridad a los habitantes, quienes cada vez más huyen hacia Ecuador. 

La travesía desde Colombia 

Desde Buenaventura hasta San Lorenzo hay más de 16 horas de viaje por carretera pasando Cali, Popayán, Pasto e Ipiales en el lado colombiano, Tulcán e Ibarra en Ecuador. No obstante, esta no es la ruta que siguen muchas personas que vienen desde Colombia. Según Jorge Castillo, usualmente “parten desde Tumaco, llegan a Puerto Palma donde toman una lancha a Palma Real y de allí van hasta San Lorenzo. 

Este recorrido les puede tomar un día aproximadamente. Según las condiciones, el costo de esta travesía puede ser de 25 a 30 dólares. Al llegar, ellos toman la decisión de en donde quedarse, “Palma Real o vienen a San Lorenzo”. De igual manera, “en muchas ocasiones van por los pasos clandestinos por Mataje”, agrega Castillo.

Díaz comenta que se adaptó a la vida en este caserío. Gisella Hurtado, oriunda de San Lorenzo, destaca que el pueblo es tranquilo. “Aquí es alegre, bailan, a la gente le gusta tomar harto trago, pero es mejor que en algunas partes, mejor está aquí que en el pueblo grande, San Lorenzo”.

“Acá no hay violencia de muertes, de que el uno va a estar peleando con el otro compañero, no”, destaca Castillo.

No obstante, muchas de las personas que llegan a Palma Real solo van de paso y prefieren seguir más al sur para alejarse de las amenazas. Magda Medina, representante adjunta de ACNUR en Ecuador, explica que la situación en la frontera tiene sus altos y bajos. “Entonces hay unas nuevas dinámicas de violencia que realmente están ocasionando un resurgimiento de nuevos flujos migratorios”. 

Medina indica que existen dos dinámicas. “Hay personas… que cruzan a Esmeraldas desde la frontera norte. Esperan a que la situación se calme y luego regresan a sus lugares, pero también tenemos personas que vienen con la intención de quedarse en Ecuador y no necesariamente quedarse en frontera norte, sino moverse hacia Quito, Guayaquil para distanciarse de la zona de frontera”.