En Ecuador, 4.300 cámaras envían tomas de videos a 16 centros, que son examinados por 3.000 vigilantes. El sistema funciona desde 2013 y fue contratado con China. El Centro de Inteligencia Estratégica (CIES), ex Senain, puede observar en una sala de monitoreo las imágenes que llegan al ECU-911. En el gobierno de Rafael Correa la videovigilancia se usaba para espiar opositores y periodistas. El gigante asiático se convirtió en la capital global de la vigilancia y el control de masas con la tecnología de video. Código Vidrio colaboró, en Ecuador, en la investigación que un equipo del New York Times realizó, durante varios meses, sobre el sistema de vigilancia con tecnología china www.nytimes.com/2019/04/24/technology/ecuador-surveillance-cameras-police-government.html. Reproducimos íntegramente este reportaje del medio estadounidense, que por esta investigación acaba de ser nominado al premio Emmy de periodismo, cuya premiación será en septiembre próximo https://theemmys.tv/…/uploads/2020/08/news-41st-nominations. En este proyecto participaron en EE.UU. y Ecuador Paul Mozur, Melissa Chan, John Woo, Liz O. Baylen, Sarah Kramer, Arturo Torres, Aaron Byrd, Nancy Gauss y Mark Scheffler.
QUITO, Ecuador – El espacioso y gris edificio en la capital del Ecuador dispone de una vista extraordinaria de la extensión de la ciudad: desde las lomas en la base del valle de los Andes, hasta los barrios de color pastel que llenan los costados de las montañas.
Sin embargo, los policías que trabajan adentro tienen su mirada en otros lugares. Pasan sus días monitoreando las pantallas de sus computadoras, analizando las grabaciones que vienen de 4 300 cámaras esparcidas en todo el país.
Estas potentes cámaras envían grabaciones a 16 centros en el Ecuador, que emplean a más de 3 000 personas. Armados con toletes, los policías controlan las cámaras y registran las calles buscando tráfico de drogas, robos y asesinatos. Si llegan a ver algo, le hacen un zoom.
Este “paraíso de fisgones” está hecho con tecnología del país que rápidamente se está convirtiendo en la capital global de la vigilancia: China.
El sistema, vendido a Ecuador a inicios del 2011, es una versión básica de un programa de controles computarizados en el que Beijing ha invertido miles de millones en más de una década de progreso tecnológico. Según el gobierno del Ecuador, estas cámaras brindan grabaciones a la policía para revisiones manuales.
Sin embargo, una investigación del New York Times encontró que las grabaciones también van a la agencia de inteligencia doméstica, que bajo el mandato del expresidente Rafael Correa acumuló un extenso historial de persecución, intimidación y ataques a oponentes políticos. A pesar de que la nueva administración, bajo el presidente Lenín Moreno, investiga los abusos de esta entidad, ésta ha seguido recibiendo los videos.
Tras adoptar por primera vez a este servicio, el Ecuador muestra cómo la tecnología desarrollada para el sistema político de China es aplicada – y a veces abusada – por otros gobiernos en la actualidad. Hoy en día, 18 países – incluyendo Zimbabue, Uzbekistán, Pakistán, Kenia, los Emiratos Árabes Unidos y Alemania – usan estos sistemas inteligentes de monitoreo, y 36 han recibido entrenamiento en asuntos como “asesoramiento de la opinión pública”, que típicamente es un eufemismo para la censura, según un reporte de octubre del grupo de investigación pro-democracia Freedom House.
Con los conocimientos y los equipos de vigilancia de China circulando mundialmente, los críticos advierten que este sistema podría ayudar a sustentar un futuro de autoritarismo tecnológico. Estas tecnologías, comúnmente descritas como sistemas de seguridad pública, tienen potencial para usos más turbios pudiendo ser usados como medios de represión política.
“Nos venden esto como el futuro de los gobiernos; el futuro será controlar las masas a través de la tecnología,” dice Adrian Shahbaz, director investigativo del Freedom House, sobre las nuevas exportaciones tecnológicas de China.

Las compañías alrededor del mundo proveen los componentes y codifican la vigilancia digital, mientras que las naciones democráticas como Inglaterra y Estados Unidos tienen sus propias maneras de vigilar. No obstante, la creciente dominancia de China en el mercado ha cambiado las cosas: préstamos de Beijing han hecho que esta tecnología de vigilancia esté disponible para gobiernos que no hubieran podido pagarla; mientras que el sistema Chino autoritario ha reducido la transparencia y la responsabilidad de su uso.
Hay pocos recursos para los habitantes que se oponen a este sistema. Las compañías chinas trabajan con menos control y respeto para la responsabilidad social corporativa que sus contrapartes Occidentales. Los activistas en Ecuador dijeron que a pesar de haber conseguido trabajar con grupos civiles sociales en Europa y América para oponerse a las ventas de tecnologías de vigilancia, no se han logrado campañas similares en China.
“No tenemos la capacidad de exigir información de China, es muy difícil,” dijo la exlegisladora Ecuatoriana Martha Roldós.
El sistema de Ecuador, llamado ECU-911, fue montado en gran parte por dos compañías Chinas, la estatal C.E.I.E.C. y Huawei. Así es como se ve la sede del ECU-911.
Según anuncios del gobierno y medios de difusión estatales chinos, una réplica de esta red ha sido vendida a Venezuela, Bolivia y Angola. La C.E.I.E.C. y el Ministerio de Relaciones Exteriores de China no respondieron a solicitudes para comentar al respecto.
En una declaración, un portavoz de Huawei dijo, “Huawei brinda tecnología para apoyar a programas de ciudades inteligentes y seguras alrededor del mundo. En cada caso, Huawei no se involucra en establecer políticas públicas en términos de cómo se usa esa tecnología.”
En Ecuador, las cámaras que son parte del ECU-911 cuelgan de postes y techos, desde las Islas Galápagos hasta la selva Amazónica. Este sistema de vigilancia también les permite a las autoridades rastrear teléfonos y, próximamente, el sistema podría incluir capacidades de reconocimiento facial. Las grabaciones le permiten a la policía revisar y reconstruir incidentes pasados.

Mientras que el ECU-911 fue vendido al público como una manera de controlar las alarmantes tasas de asesinato y los delitos relacionados a las drogas, también sirvió como una racha autoritaria para Correa, apoyando a la temible Secretaría Nacional de Inteligencia o SENAIN (hoy CIES), según un previo director del grupo. En una atípica entrevista el año anterior en la sede de la SENAIN, fuera de Quito, su entonces líder, el coronel (r) Jorge Costa confirmó que el grupo de inteligencia doméstica tenía acceso a un sistema espejo del sistema de vigilancia Chino del ECU-911 (Puede observar en tiempo real lo que captan sus cámaras).
La ironía es que el ECU-911 no ha sido efectivo para detener el crimen, según muchos ecuatorianos, a pesar de que la instalación del sistema ocurrió en forma paralela a un período de decrecientes tasas de crimen. Algunos ecuatorianos cuentan sobre robos y ataques que han pasado frente a las cámaras y no han recibido respuestas de la policía. A pesar de esto, la policía ha construido apoyo público al enseñar videos en Twitter y en la televisión sobre ladrones y agresores captados por las cámaras.
Al tener que escoger entre privacidad y seguridad, muchos ecuatorianos optan por la mirada fija e intermitente de los ojos electrónicos. Con el genio de la vigilancia masiva fuera de la botella, los líderes de comunidades han pedido cámaras para hacer más seguros a sus barrios, incluso cuando estas no han funcionado bien en sus propias experiencias. Pero detrás de esta urgente realidad de violencia y drogas, yacen preocupaciones sobre las implicaciones políticas a largo plazo.
El presidente Moreno, que llegó al poder en 2017 y desistió de las políticas autocráticas de Correa, prometió investigar los abusos de la SENAIN y reformó la agencia de inteligencia y le cambió de nombre. De hecho, su gobierno ayudó a abrir las puertas del ECU-911 y de la SENAIN al New York Times.
En China, la policía analiza decenas de millones de cámaras y billones de grabaciones de viajes, usos de internet y actividades empresariales para controlar a sus ciudadanos. La lista de potenciales criminales y agitadores políticos incluye de 20 a 30 millones de personas – más que la población total del Ecuador, de 16 millones.
Bajo la presidencia de Correa, el Ecuador buscó controles similares, dijo Roldós.
“El gobierno vio al espionaje como una caja de herramientas, ellos podían usar la herramienta que querían,” dijo ella.
“Podían espiar tus emails, tus llamadas telefónicas y ponían micrófonos en tu vehículo. Al mismo tiempo, tenías a personas siguiéndote. Era un sistema completo.”
DISEÑADO POR CHINA, FINANCIADO POR CHINA

Para un sistema que supuestamente debía combatir el tráfico de drogas y los asesinatos, el origen del ECU-911 yace en un desafío de seguridad diferente: los Juegos Olímpicos del 2008.
Antes de esas Olimpiadas, una delegación del Ecuador visitó Pekín y recibió un tour del sistema de vigilancia de la capital de China. En ese entonces, Pekín obtenía grabaciones de 300 000 cámaras para controlar a 17 millones de personas. Los ecuatorianos regresaron impresionados.
“Para los Juegos Olímpicos, China desarrolló centros de respuesta de emergencia que contaban con tecnología muy avanzada para su tiempo,” dijo Francisco Robayo, el entonces director general del ECU-911, en una entrevista el año pasado. “Nuestras autoridades vieron esto como algo ideal para traer a Ecuador.”
El momento fue casi aleatorio. Correa debutaba como presidente y se enfrentaba a altas tasas de crimen. En enero del 2011, él identificó a la vigilancia como una prioridad.
Los ministros de Correa regresaron a China. En dos meses, los detalles para instalar el sistema tecnológico chino se llevaron a cabo con la ayuda de agregados militares de la Embajada de China en Quito, según un funcionario familiarizado con el proceso y documentos de la Contraloría disponibles para el público. Los oficiales ecuatorianos volvieron a Pekín para investigar el sistema, que incluía tecnología desarrollada por la empresa matriz de la estatal C.E.I.E.C.
A fines de febrero del mismo año, el Ecuador firmó un acuerdo sin licitaciones públicas, con garantías de los fondos públicos de los agregados. El país recibió un sistema de vigilancia diseñado y financiado por préstamos chinos. A cambio de esto, el Ecuador proveyó -como forma de pago- uno de sus principales productos, el petróleo. El dinero para las cámaras y la informática se dirigió directamente a C.E.I.E.C. y Huawei.
“El dinero siempre termina regresando a China,” dijo Roldós.
El 6 de febrero de 2012, el entonces presidente Rafael Correa inauguró el Servicio Integrado
de Seguridad ECU-911 en Samborondón, Guayas. Fue el primer edificio en el país.
Se hizo un patrón. A cambio de pólizas de crédito que sumaron más de $19 mil millones, el Ecuador cedió grandes porciones de sus reservas petroleras. Le siguió a esto el surgimiento de proyectos de infraestructura construidos por China, incluyendo presas hidroeléctricas y refinerías. En comparación, el ECU-911 era un ítem pequeño.
Con un precio inicial de $273 millones, la construcción comenzó en Samborondón, cerca de Guayaquil, una floreciente ciudad costera con altas tasas de crimen, dijo Robayo. En los siguientes cuatro años, el sistema se expandió por Ecuador.
Se instalaban cámaras en cualquier lado que brindara una buena vista. Se establecieron centros de operación. Los mejores oficiales del Ecuador viajaron a China para recibir entrenamiento, e ingenieros chinos visitaron a los ecuatorianos para enseñarles cómo operar el sistema.
Esta actividad atrajo la atención de países vecinos a Ecuador. Según un informe del 2013 de un oficial ecuatoriano que trabajaba en el proyecto, funcionarios de Venezuela vinieron a ver al sistema en acción. En un esfuerzo llevado a cabo por el jefe de inteligencia para Hugo Chávez, Venezuela buscó su propia y más grande versión de este sistema, tratando de añadir 300 000 cámaras. Le siguió Bolivia.
Las ambiciones de Pekín van más allá de las capacidades que estos países compraron. Fastuosas inversiones en la vigilancia de China han generado crecientes complejos de seguridad y tecnología, usados tanto para rastrear protestas y activistas como para parar el crimen.
Nuevas empresas compiten para desarrollar métodos para vigilancia automatizada. Crean algoritmos que buscan patrones sospechosos en el uso de redes sociales y softwares de visión computacional para rastrear a personas a través de las ciudades. Su ola de gastos ha reducido los precios para cualquier tipo de dispositivos de vigilancia, desde verificadores de documentos de identidad hasta cámaras de seguridad de alta resolución.
En China, el proyecto de Ecuador fue elogiado. Los medios estatales lo mostraron como un ejemplo de una nueva China, ahora exportadora de tecnología avanzada en lugar de proveedora de mano de obra de bajo costo para ensamblarla.
En 2016, cuando el presidente de China Xi Jinping visitó Ecuador, pasó por la sede del ECU-911. Robayo dijo que se presentó ahí por cinco minutos, suficiente tiempo para tomarse fotografías. Estas fueron publicadas en la página web del C.E.I.E.C. como una señal de apoyo oficial del líder Chino más poderoso en una generación.
UN ZOOM CON VISTA
Mario Pazmiño era un hombre conocido en el gobierno de Correa.
Pazmiño es un coronel retirado del Ejército Ecuatoriana que adoptaba perros callejeros – más de una docena – para mantenerse ocupado en el crepúsculo de su carrera, mientras mantenía otro pasatiempo: cuestionar al gobierno de Correa.
Se quejaba de la corrupción de la policía. Sostenía que el gobierno de Correa era cómplice en el creciente tráfico de drogas del Ecuador. Desafió a lo que él percibía como incompetencia administrativa.
Sus esfuerzos le ganaron su propio séquito de policías secretos, que se establecieron en un departamento al frente de su casa y lo seguían cuando salía.
Tal como Chávez había hecho en Venezuela, Correa endureció las riendas del Ecuador. Eliminó límites presidenciales, intimidó y expulsó a jueces, y mandó a seguir y atacar a oponentes políticos y activistas, como Pazmiño y Roldós.
Su gobierno también recurrió al ECU-911. El sistema chino le ofrecía poderes de vigilancia, que al ser ilimitados, eran el sueño de cualquier déspota.

“Creo que pocas personas saben o conocen el extenso poder del ECU-911,” dijo Roldós. “Hay pocas personas que verdaderamente conocen la magnitud de las persecuciones.” Añadió que la SENAIN usaba cualquier tipo de tecnología disponible para acosar y perseguir a los oponentes políticos de Correa, sin discriminar la edad.
El experimentado oficial de inteligencia, Pazmiño, de 59 años, dijo que se sorprendió cuando en 2013 se instaló una video cámara que era parte del ECU-911, justo afuera de su casa. Colgaba de un poste en la mitad de la calle, con una vista entera a través de una ventana dentro de su departamento.
“Había una colaboración directa entre el ECU-911 y la Secretaría de Inteligencia para perseguir y vigilar a actores políticos y sociales,” dijo Pazmiño citando su propia experiencia, junto con documentos y personas que habían trabajado en la SENAIN.
Pazmiño dijo que después de que se instaló la cámara, los equipos de vigilancia que lo seguían desaparecieron. En otra circunstancia, la cámara no tenía por qué haber estado ahí, pues él vive en un vecindario relativamente seguro donde no se han instalado otras cámaras del ECU-911.
La sospecha de Pazmiño fue confirmada en una visita a la sede de la SENAIN. Los reporteros del New York Times reconocieron grabaciones del sistema del ECU-911 en una pared llena de pantallas que servía como un cuatro de control para a la agencia.
A cargo de la transición entre la SENAIN y su sucesor, Costta reconoció las transmisiones – pero dijo que él no era el responsable de cómo habían sido usadas en la administración de Correa.
César Navas, exministro que fue parte del equipo que estableció el contrato para implementar el sistema, confirmó que la SENAIN – hoy CIES – tiene un espejo del ECU-911 que le permite acceder al sistema de vigilancia. “El CIES puede revisar las grabaciones de vigilancia por asuntos de seguridad. Si el CIES necesita una grabación o un video específico debe pedírselo al ECU a través de un fiscal”, dijo Navas.
Pazmiño dijo tener una idea de quién pudo haber ayudado: China. Sostuvo que este país había apoyado a Correa, como a líderes en Venezuela. Hasta el año anterior, ingenieros de Huawei ayudaban a Venezuela a mantener su versión del sistema ecuatoriano.
“Creo que lo que el modelo chino genera es control de la sociedad,” dijo. “Un control rígido.”
LOS LÍMITES DE LA VIGILANCIA
El Tejar tiene una de las mejores vistas de Quito – y algunos de sus peores crímenes.
Mientras Lidia Rueda, organizadora de la comunidad, caminaba por las empinadas y serpenteantes calles del barrio en el que ha vivido por 30 años, señaló cuesta abajo al lugar en el que solían encontrarse los cuerpos de varias mujeres asesinadas. Los traficantes de drogas vienen y van con impunidad, dijo. El poco confiable transporte público obliga a los residentes a subir las escaleras de la colina, donde los asaltos son comunes. Los ladrones rompen los postes para cubrirse en la oscuridad.
Las cámaras del ECU-911 llegaron a la base de la colina desde donde se levanta el barrio desde hace varios años. Rueda señaló un puente peatonal que se encontraba allí y mostró cómo un hombre la había agarrado y amenazado con un cuchillo mientras otro se robaba su dinero. El robo sucedió en 2014, justo delante de una cámara policía. Nadie llego a ayudarla.
La experiencia de Rueda encapsula la compleja relación que tienen muchos ecuatorianos con las cámaras. Mientras las autoridades dijeron que estas han reducido el crimen, abundan las anécdotas de su deficiencia.
“Donde hay cámaras, no suelen funcionar,” dijo Rueda, de 61 años. Otra posibilidad era que, simplemente, nadie haya estado viendo.

La suerte no acompañó a la policía del Ecuador. Quito tiene más de 800 cámaras, pero en una visita de los reporteros del New York Times, solo había 30 oficiales revisando las grabaciones en el ECU. En el edificio gris en el tope de la colina, los oficiales ven por pocos minutos las grabaciones de una cámara antes de pasar a la siguiente. Además, prevenir el crimen solo es parte de su trabajo; en un cuarto de control, hay personas dedicadas a responder llamadas de emergencia.
La mayoría del tiempo, no hay nadie en el otro lado de las cámaras de la ciudad.
Esto es un recordatorio de que este sistema, como otros similares, son usados con más facilidad para espiar que para prevenir crímenes. Perseguir a alguien en las calles requiere de un equipo pequeño, mientras que se necesitan varios policías para detener el crimen.
Robayo sostuvo que el ECU-911 ha sido responsable de una considerable disminución de asesinatos, y de casi el 13% de reducción en los delitos del 2018, comparado con el año anterior. Según él, solo la existencia de una cámara puede tener un profundo efecto.
Muchos ecuatorianos están de acuerdo con él. Pese al asalto que vivió Rueda, ella ha pedido la instalación de más cámaras en El Tejar. La mejor manera de arreglar los problemas de crimen de los barrios es mejorar el sistema de seguridad, indicó ella.
La policía le ha dicho que las cámaras son demasiado costosas para su barrio, a lo que Rueda responde con una visión fatalista. “Siempre es el mismo problema, no hay suficiente presupuesto.Sólo cuando matan a alguien, ahí las autoridades vienen y dicen ‘ya vamos a hacerlo’”.