El mando policial, al vaivén de las agendas políticas

ENFOQUE. 14 comandantes de Policía han sido designados por los gobiernos de turno los últimos 15 años. En este régimen tres generales han dirigido la institución. Los oficiales deben durar dos años en el cargo, pero en promedio no han superado un año, algunos incluso meses o semanas. En 2007 fueron removidos 18 generales y en 2010 diez altos oficiales más, con el fin de nombrar mandos afines al régimen de Rafael Correa, que profundizó la politización de la Policía. La administración de Lenin Moreno recibió la factura de ese debilitamiento institucional, pero no pudo corregirlo. Guillermo Lasso vive una crisis severa tras el femicidio de María Belén Bernal, en manos de su esposo, el teniente Germán Cáceres. Anunció una reestructuración y la posible salida del mando.      

Redacción Código Vidrio      

En 2011, el entonces presidente Rafael Correa anunció que metería no una, sino dos manos en la justicia. Se refería a la consulta popular que le permitió poner sus alfiles en el Consejo de la Judicatura. Para entonces desde la política ya había metido sus manos en el manejo de la Policía; el fenómeno se agudizó durante los diez años que estuvo en el poder. La desinstitucionalización le pasa hoy al país la factura en inseguridad, violencia e impunidad, agravada por decisiones apresuradas y erráticas del gobierno de Guillermo Lasso.

Apenas llegó a la Presidencia, a mediados de enero de 2007, Correa removió casi una veintena de jefes policiales, a quienes acusó de estar involucrados en actos de corrupción. Con el argumento de que la institución necesitaba una purga, su gobierno pidió la salida de 18 altos oficiales. Al no tener respuesta, nombró en el lapso de pocos días a tres comandantes, de sucesivas ternas.

Fausto Salinas comanda la Policía desde mayo pasado. Sucedió a Carlos Cabrera, quien relevó a Tannya Varela. En este gobierno tres generales han dirigido la institución, en 16 meses.

Al final, escogió como comandante a un representante de la oficialidad joven, “con nueva mentalidad”, según el anuncio oficial. Era el general Bolívar Cisneros. Dejó el cargo en marzo de 2008, luego del remezón provocado por el bombardeo aéreo al campamento de las FARC donde pernoctaba, en zona ecuatoriana, el segundo al mando de esa guerrilla, Raúl Reyes. En el ataque organizado por fuerzas colombianas murieron más de 20 personas.

Jaime Aquilino Hurtado tomó la posta. Fue comandante de la Policía entre abril de 2008 y mayo de 2009, hasta que un funcionario de la embajada de EE.UU. lo acusó de tráfico de personas. Un cable diplomático de esa sede, revelado dos años más tarde por Wikileaks, afirmó que esa delegación pidió el retiro de su visa. El oficial dijo haber sido afectado por falsas acusaciones, al tiempo que la justicia de la época lo declaraba inocente de cargos. En su período como comandante se desarticuló una unidad de élite de la Policía que investigaba organizaciones de narcotráfico, crimen organizado y delitos de cuello blanco, la Unidad de Investigaciones Especiales (UIES).

Luego, para la designación de Freddy Martínez como comandante de la Policía, el gobierno de Correa volvió a aplicar la táctica de la guillotina grupal: destituyó a diez generales. Enfrentó los hechos del 30 de septiembre de 2010, provocados por una sublevación al interior de las filas, ante la posibilidad de que una ley de servicio civil afectara los derechos de los uniformados. Renunció al día siguiente.

 

Patricio Franco López fue su sucesor. Cercano a José Serrano, quien era ministro del Interior. En este período se acentúa la influencia de ese Ministerio sobre la policía. Su gestión duró dos años. El fantasma del golpismo desató la histeria en Carondelet.

En 2012 asumió, brevemente, la comandancia el general Wilson Alulema, quien como jefe de la Policía Judicial lideró seis años antes el partido de la paz entre Latin Kings y Ñetas.

En octubre de 2012, de la mano de José Serrano llegó a la comandancia el general Rodrigo Suárez. Su mando se prolongó hasta 2014. En este período se produjo el intento de secuestro en Colombia del político opositor Fernando Balda. También en esta época ocurrió el supuesto suicidio de un teniente de la policía en la Comandancia de Sucumbíos: el arma estaba en su mano derecha, pero el oficial César Coronel Olivo era zurdo. Todo indica que había terminado una relación amorosa con la hija de un general del mando.

El tsunami del caso pases policiales

Al general Fausto Tamayo le sacudió el tsunami del caso “pases policiales”. Asumió en octubre de 2014 y renunció en julio de 2015, tras conocerse un esquema fraudulento de pagos. La cantidad promedio por pase era mil dólares, una especie de “vacuna” que evitaba que los uniformados fueran destacados a zonas geográficamente distantes. Los valores eran entregados a un teniente de la policía, Alexis Cifuentes, quien a la cabeza de la estructura despachaba como asesor de la Presidencia de la República.

Sobre Tamayo pesaron cargos por la venta de 1.317 pases. La estructura de pagos llegaba hasta altas esferas del Gobierno, pero el peso de la responsabilidad recayó en la cúpula policial.

El general Diego Mejía fue el comandante entre 2015 y 2017. Antes de asumir el cargo, el país había vivido una conmoción social por el desgaste del gobierno de Correa. La visita del Papa Francisco calmó las aguas. Vivió la transición entre el correísmo y el morenismo, salió en septiembre de 2017, antes de la fractura entre Moreno y Correa.

Correa y Serrano han insistido en que en su período se fortaleció a la policía y se le asignó más recursos, lo que redundó en mejores índices de seguridad y control de la delincuencia. Justificaron los descabezamientos como parte de una política para depurar la institución, anclada a supuestos intereses de Estados Unidos, especialmente en el manejo de la UIES y las unidades de Antinarcóticos. Ese también fue el argumento para desmantelar los servicios de Inteligencia.

El responsable de la custodia del material electoral, general Ramiro Mantilla, fue designado comandante de la Policía en septiembre de 2017 en la administración de Lenin Moreno. Para ello, varios oficiales recibieron la baja. Se desempeñó hasta mayo de 2018, bajo su gestión se produjo el secuestro y muerte del equipo periodístico de diario El Comercio.

 

Entonces fue el turno del general Nelson Villegas, que fue comandante entre 2018 y 2020. Enfrentó las protestas de octubre de 2019. Bajo su gestión se produjo el ascenso de su hermano Marco a general de Distrito. Él estuvo a cargo de la Dirección Antinarcóticos, y fue uno de los oficiales a quienes la embajada americana le retiró la visa. Esto ocurrió en el contexto de la denuncia del embajador de EE.UU., Michael J. Fitzpatrick, de la existencia de narcogenerales en la fuerza pública, lo cual provocó otro sacudón en la Policía.

El general Patricio Carrillo fue el responsable de la seguridad en la zona de Pedernales tras el terremoto de 2016. En octubre 2019, como director general de Operaciones, sofocó las protestas contra el gobierno de Moreno que devinieron en conmoción social. Fue comandante hasta marzo de 2021. Hasta hace una semana estuvo al frente del Ministerio del Interior, cuando el presidente Guillermo Lasso le pidió la renuncia, en medio de la crisis por el femicidio de María Belén Bernal en la Escuela de la Policía.

La general Tannya Varela fue la primera mujer en asumir la comandancia de la Policía, entre marzo de 2021 y enero de 2022. Bajo su gestión, precisamente las declaraciones del embajador de EEUU sobre “narcogenerales” provocaron un cisma en la institución.

 

Fue relevada en enero pasado por Carlos Cabrera, quien tuvo un breve paso. Fausto Salinas, comandante desde mayo de este año, hoy enfrenta una tormenta por el asesinato de María Belén Bernal, en la Escuela de Policía, en Pusuquí, al norte de Quito.

Ese femicidio cometido por su esposo, el teniente Germán Cáceres, provocó una crisis que desencadenó la renuncia del ministro del Interior Patricio Carrillo. En su última reunión con los altos oficiales y la cúpula policial, el viernes 23 de septiembre, Carrillo los exhortó a presentar la baja “en un acto de dignidad”. Para entonces su relación con el mando estaba fracturada, en medio de una caída acelerada de la popularidad del régimen por el caso Bernal. Poco después se hizo pública la salida de Carrillo, quien fue reemplazado por Juan Zapata, un teniente coronel de la Policía en servicio pasivo que condujo las acciones de emergencia durante la crisis sanitaria y pandémica. Como uniformado alcanzó notoriedad por su campaña de corazones azules pintados en las vías para concientizar sobre accidentes de tránsito.

Tras la abrupta salida de Patricio Carrillo, lo reemplazó Juan Zapata (cuarto desde la izquierda), un teniente coronel de la Policía en servicio pasivo, que condujo las acciones de emergencia durante la crisis sanitaria y pandémica.

El presidente Guillermo Lasso anunció el inicio de un reestructura en la Policía y una serie de acciones para evitar la violencia de género. Pidió que el mando policial presente sus bajas para evaluar su permanencia en la institución, hasta este domingo, cuando vence el plazo que fijó para capturar a Cáceres. Hasta la semana pasada estaba en Colombia, movilizándose en una motocicleta con dirección al norte, según informes preliminares de la Policía de ese país.

1 comentario en «El mando policial, al vaivén de las agendas políticas»

  1. Mientras el país vive una de las mayores crisis de seguridad de su historia y en medio de los primeros resultados del actual Comandante de la Policía Fausto Salinas una crisis producida por un acto irracional de un Teniente genera la amenaza de salida de todos los especialistas en la lucha contra el crimen organizado. Absurdo pero muy propio del Ecuador

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