
Las redes sociales, las aplicaciones de mensajería y los buscadores de internet son de mucha utilidad para millones de personas que buscan y comparten información en todo el mundo; sin embargo estos sitios también se han convertido en focos de desinformación.
Por Ingrid Coba
Los contenidos falsos pueden presentarse de muchas formas: noticias, tuits o publicaciones de Facebook e Instagram, anuncios pagados en redes sociales e incluso, grabaciones tendenciosamente editadas y distribuidas en aplicaciones como Whatsapp. Según estrategas digitales consultados, hay herramientas que favorecen a este fenómeno.
Uno de estos recursos es el clickbait o ciberanzuelo, que es una técnica que busca llamar la atención del lector para conseguir visitas a determinada página web para aumentar los ingresos publicitarios. Con titulares llamativos se apela a la curiosidad de los usuarios, quienes terminan dando clic al enlace propuesto.
Para Christian Espinosa, director de Cobertura Digital, los modelos económicos de las plataformas digitales están pensados para conseguir el mayor número de clics a cualquier precio, sin importar que las publicaciones desinformen a los usuarios. “Las notas llamativas, sean verdaderas o falsas, generan mayores réditos y por eso son usadas para conseguir más recursos”, señala.
Las formas empleadas para desinformar con el clickbait son varias: una de ellas es omitir una parte de la información en el titular para que el lector de clic en el enlace y lea aquello que no se dice en el titular, como por ejemplo: “Se pusieron la vacuna contra el Covid-19 y esto fue lo que pasó”.
Otra es narrar alguna acción que tiene un resultado definido, pero en el titular se plantea la posibilidad de que el resultado sea otro sorprendente. “Madre e hija invirtieron su dinero en el mismo banco. Adivina quien obtuvo mayores ganancias”.
Actualmente este recurso es utilizado incluso por diarios y portales de noticias que buscan capturar la atención de sus lectores utilizando interrogantes, planteando dudas, o despertando emociones. Así dejan de lado lo informativo y promueven publicaciones sensacionalistas.
Para Guido Moreno, estratega digital, esta técnica termina afectando al periodismo, pues se prioriza la publicidad sobre los contenidos de calidad. Considera necesario que los medios de comunicación contemplen alternativas de monetización que no perjudiquen los contenidos periodísticos, como los modelos de suscripción que en varios países han demostrado ser viables. “El reto de los medios ecuatorianos es mantener una línea de periodismo serio, contrastado y valioso para el público, para que los usuarios estén dispuestos a pagar por esos contenidos”,dice.
Otro de los recursos que se ha utilizado para desinformar es el deepfake, una técnica que permite obtener imágenes falsas a partir de imágenes reales. Generalmente se coloca la cara de una persona en el cuerpo de otra y se la ubica en otro contexto distinto al original.
Moreno señala que esta técnica ha sido utilizada en el ámbito político en donde se han editado videos pornográficos y se les ha colocado el rostro de mujeres políticas para afectar su imagen.
También se usa este recurso en ámbitos electorales, mediante la creación de discursos falsos, difundidos en redes para dañar la imagen de los políticos en varios países.
Los trolls y los bots también forman parte de esta lista de herramientas que favorecen a la desinformación. Los primeros son los ejércitos de personas y los segundos son robots programados que realizan tareas repetitivas, predefinidas y automatizadas para impulsar campañas de desinformación, a gran escala.
El uso de estas técnicas digitales se ha dado en el marco de una creciente digitalización en medio de la pandemia del Covid-19. Debido al confinamiento inicial como medida de prevención, la población estuvo obligada a conectarse a internet y usar varias plataformas digitales para trabajar, informarse y mantener el contacto con el resto de personas.
Para Julio Sandoval, comunicador y consultor en marketing digital, esto ocurrió sin el conocimiento necesario para poder valorar y contrastar la información que se consume por estos canales.
Para Sandoval, se debe contar con dos tipos de alfabetización: la digital que consiste en adquirir las habilidades necesarias para usar las nuevas tecnologías y la mediática, que implica entender el papel, las funciones de los medios en la sociedad y analizar la información que se recibe o se emite por estos medios. “Solo así la ciudadanía podría desarrollar las destrezas que le permitirían contrarrestar la difusión de desinformación”, expresa.
Los entrevistados consideran también que es necesario que los usuarios, los gobiernos y los dueños de las plataformas digitales, adopten una posición firme y clara en contra de la circulación de contenidos falsos, en las publicaciones, anuncios y servicios de busqueda, en beneficio del derecho a recibir información una adecuada información pública. Christian Espinosa dice que actualmente los controles son escasos y hasta es posible pautar contenidos falsos en redes sin que haya una página, ni autor que respalde la información que se está promocionando. “Las plataformas dejan pasar estas cosas y no hacen nada”, concluye.

