ANÁLISIS. Daniel Noboa asumirá oficialmente su primer mandato completo de cuatro años este sábado 24 de mayo de 2025, tras una transición vertiginosa, con una espada de Damocles pendiendo sobre su cabeza: la persistente crisis de inseguridad que es un lastre para el crecimiento económico y el bienestar de los ecuatorianos. Para esta nueva etapa se requiere una renovación del gabinete, envejecerlo un poco, con cuadros más experimentados y especializados en gestión pública. Veamos si el Presidente apuntala un equipo de maratonistas, que reemplace a velocistas improvisados que tuvo en su primer mandato, cuando llegó apuntalando a sus amigos cercanos. Su círculo íntimo de confianza. Lo que se viene es una prueba de resistencia en condiciones siempre adversas.
La principal preocupación de los ciudadanos, después de la inseguridad, es la falta de empleo. Ambas están directamente relacionadas. Sin seguridad no hay inversión y sin inyección de capitales no hay trabajo ni bienestar posible.
Aunque este 24 de mayo marca el inicio formal de su nuevo gobierno, Daniel Noboa ya ha estado al frente del Ejecutivo desde fines del 2023. Ha sido una transición dura, de aprendizaje, con errores y aciertos. Con altibajos. Su triunfo electoral fue contundente y es una clara señal de confianza de una mayoría de ciudadanos esperanzados en que las cosas pueden mejorar. Es también una demostración de resiliencia de un país sometido a crisis constantes, desde 2019. Pero puede ser una fugaz luna de miel si Noboa no pone orden en la casa.
Los cerca de dos años que ya estuvo al frente del Ejecutivo son suficientes para evaluar sus fortalezas y debilidades. La ruta que tomará los próximos cuatro años. En este contexto, las perspectivas para su nueva administración muestran grandes desafíos, oportunidades y peligros inminentes. Entre las prioridades de su gobierno destacan:
-El de la seguridad, con la inminente continuidad de su enfoque de mano dura, militarizado y policial -punitivo- contra el crimen organizado y las bandas locales. Sus planes más difundidos se basan en la construcción de gigantes presidios de máxima seguridad, inspirados en el modelo de Nayib Bukele, en El Salvador, gobierno con el cual planea profundizar la cooperación. Un problema irresuelto, crónico, es la grave situación de atenciones a los presos, tanto en su alimentación como en salud. La rehabilitación todavía está fuera del radar de prioridades, en este contexto.
Además, en la compra y dotación de más armas, equipos y vehículos para Fuerzas Armadas y la Policía. Y un énfasis respecto a la cooperación internacional, sin que exista aún una estrategia clara, conocida, de seguridad ciudadana. Su última apuesta es la aprobación del proyecto de Ley económico urgente (la Asamblea tiene 30 días para su aprobación) para combatir las economías criminales, que ya ha recibido duras críticas.
Una gran debilidad del régimen sigue siendo la ausencia de controles efectivos de lavado de activos en el sistema financiero, en el sector inmobiliario. Así como la falta de investigación oportuna y eficaz, identificación, desmantelamiento y judicialización de integrantes de estructuras mafiosas, vinculadas con el narcotráfico, la minería ilegal, las extorsiones, el tráfico de especies y otros delitos, en coordinación con las cabezas de la Justicia. Tampoco ha trascendido como una prioridad del régimen desmantelar los sistemas de corrupción enraizados en el aparato estatal, incluidas Fuerzas Armadas y Policía. Las señales de la contaminación son claras, pero no las acciones de una purga de los operadores criminales. La impunidad campea.
-En economía, el enfoque de Noboa es atraer inversión extranjera y promover reformas de corte neoliberal, aunque enfrenta el desafío-escollo de las tarifas impuestas por la administración de Donald Trump a productos ecuatorianos. Empujar el desarrollo de los pequeños, medianos y grandes emprendedores es fundamental, más allá de los alivios en las deudas y la entrega de bonos.
-En el campo de las relaciones internacionales el régimen buscará fortalecer lazos con Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, y otros países, en especial Israel, en temas de seguridad e inteligencia. La canciller Gabriel Sommerfeld ha tenido un rol protagónico buscando apoyos internacionales para apuntalar el combate a las mafias transnacionales.
Tras ganar las elecciones, en abril pasado, Noboa hizo una extensa gira internacional, visitando países europeos y el Vaticano. Está por verse si tiene la habilidad suficiente para navegar en las aguas turbulentas de las relaciones con la volátil administración del presidente Donald Trump y atraer inversión extranjera. Otro reto complejo es el manejo de las relaciones con China, nuestro principal acreedor (le debemos 4.000 millones de dólares), que mantiene una abierta disputa geopolítica global con EE.UU., encendida por la última guerra de los aranceles. Todavía no ha trascendido cuáles serán las medidas o planes que tiene el régimen para sacar más provecho del acuerdo comercial con ese país. Este es un terreno sinuoso: negociar con las dos potencias sin que el país sea arrastrado por sus intereses. Pierda la brújula.
-En el campo financiero también está por verse la forma en que Noboa dará puntadas para evitar el riesgo latente de un conflicto de interés. El conglomerado empresarial de su familia, la corporación Noboa, principal exportador de banano del mundo, es uno de los grupos económicos más importantes e influyentes, junto a Nobis, de su tía, Isabel.
Otro tema que se dibuja como una de las grandes apuestas del gobierno es la reforma institucional, con la convocatoria a una nueva Asamblea Constituyente. No obstante, aún no hay certezas sobre un avance en esta ruta, plagada incertidumbres, que intentará despejar si logra consolidar una mayoría estable en la Asamblea.
El principal desafío
El reto medular del gobierno de Noboa es enfrentar la crisis de inseguridad persistente, que golpea y desangra al país. El éxito de su administración dependerá, en gran medida, de su capacidad para desarrollar una estrategia integral contra el crimen organizado que vaya más allá de los estados de emergencia y del empleo exclusivo de militares y policías para enfrentar a las organizaciones delictivas. Deberá dar un salto para pasar a una estrategia muldimensional, transversal e integradora. Trascender hacia un enfoque estatal e interinstitucional en tres áreas básicas:
-Seguridad y convivencia ciudadana.
-Seguridad del Estado
-Política criminal, coordinada con el poder judicial
Estas deben contar con el liderazgo y participación de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, basadas en políticas de Estado, elaboradas y ejecutadas en el plazo inmediato (dos años), mediano (cinco años) y de largo alcance (diez años). Es importante aprobar un paquete de reformas legales y constitucionales para el nuevo andamiaje institucional, sin dejar de respetar el debido proceso, piedra angular del estado de derecho.
A pesar de su enfoque de mano dura, que se evidenció en enero del 2024 con la declaratoria de guerra interna contra grupos narcoterroristas, enero y febrero de este año fueron los meses más violentos de la historia. Según datos del Ministerio del Interior, Ecuador alcanzó los 2.361 homicidios en el primer trimestre de 2025: registró 831 asesinatos en marzo. Esta cifra se sumó a los 1.530 homocidios, registrados en enero y febrero. Estos datos representan el inicio de año más violento en la historia del país.
Las cifras trimestrales de 2025, que promedian un asesinato por hora, superan en un 65% los 1.428 homicidios, reportados en el mismo período de 2024, y en 39% los 1.698 registrados entre enero y marzo de 2023. Este año Ecuador fue el más violento de Latinoamérica.
Sin embargo, la Policía y FF.AA. han dado golpes contundentes a grupos criminales, con detenciones de importantes cabecillas, así como la sostenida interdicción y captura de cientos de toneladas de cocaína, de armas, fortaleciendo la coordinación con gobiernos del continente y Europa. La inversión en capacitación para los investigadores y fiscales es fundamental para acompañar estas acciones.
Las denuncias de abusos a los derechos humanos (el caso de los cuatro menores de Las Malvinas sigue impune) y ausencia de procesos y protocolos para las operaciones del Bloque de seguridad muestran poca apertura oficial a las críticas. Los esfuerzos de enmienda y aprendizaje de los errores cometidos son escasos desde el mando militar, que pierde la estrategia, que no es clara, poniendo énfasis en el nivel táctico, operativo. La imagen de generales y ministros en las calles, con cascos y chalecos, puede haber servido para la campaña, pero en lo que viene las cabezas deben priorizar su rol estratégico de conducción, sin distorsionar ni dejar sin piso el liderazgo de los comandantes a cargo de dirigir las acciones en el territorio.
Luces rojas
La crisis de seguridad ha afectado negativamente la economía, con caídas en la inversión extranjera y el empleo. Hay un evidente deterioro económico y necesidades de financiamienrto para 2025 de 12 mil 889 millones de dólares, según el Observatorio de Política Fiscal. Las cuentas públicas se han tornado inmanejables -alerta el Observatorio- y agudizarán la crisis si el gobierno no reduce el déficit, gasta menos, genera más ingresos y fomenta la inversión extranjera. Está por verse como capitaliza las inversiones de transnacionales anunciadas en el sector minero, si no frena la devastadora minería ilegal y la corrupción enraizada en las entidades de control. Esos recursos son vitales en medio de la caída de ingresos por la disminución progresiva de la producción petrolera. Aquí ha jugado un rol clave la actual ministra de Energía y Minas, Inés Manzano, que se ha fogueado, entre errores y aciertos, para finalmente sortear crisis simultáneas que se desencadenaron en medio de la campaña electoral, mientras también estaba a cargo de la cartera de Ambiente. La lucha contra mafias petroleras (enquistadas en Petroecuador) y mineras con operadores estatales requieren continuidad y coraje, entereza y decisión. Operaciones simultáneas y coordinadas, que les quiten el peso de todas las acciones a los militares, devenidos en bomberos apagando incendios, que otras entidades deben sofocar.
Otra alerta es sobre la sostenibilidad de la deuda. Ecuador enfrenta una alta deuda pública y depende de una línea de crédito probable de 4.000 millones con el FMI y otros organismos internacionales de crédito para mantener equilibrio y liquidez suficientes en sus cuentas.
Polarización política persistente. A pesar de su victoria electoral, el país sigue profundamente dividido, con la oposición liderada por el movimiento Revolución Ciudadana de Rafael Correa. Noboa ha dado señales de que mantendrá su estilo confrontativo con sus opositores. La polarización, es lo más probable, se agudizará.
Una popularidad volátil. Aunque su popularidad alcanzó más del 80% a inicios de 2024, para finales de ese año había descendido a aproximadamente 42%, su segundo nivel más bajo desde que asumió el cargo. Sería un error de cálculo creer que los casi 12 puntos que sacó de diferencia a la candidata Luisa González, fueron apoyos directos a su propuesta y no votos en contra del correísmo, que sumo una serie de errores garrafaeles en la recta final de la campaña.
Si Noboa y su partido ADN logran mantener su coalición legislativa, que les sirvió para tomar el control del parlamento, y obtener resultados tangibles en seguridad, podría consolidar su proyecto político y avanzar en sus reformas económicas. Sin embargo, si la violencia continúa escalando y la economía no mejora, podría enfrentar una creciente oposición tanto en las calles como en la Asamblea.
Para esta nueva etapa, Noboa requiere renovar su gabinete, con cuadros más experimentados y especializados en gestión pública. Reducir las cargas sobre funcionarios que cumplen varias tareas y acumulan un excesivo poder, lo cual genera fricciones dentro del gobierno. Veamos si Noboa apuntala un equipo de maratonistas, que reemplace a los velocistas que tuvo en su primer mandato. Lo que se se viene es una prueba de resistencia en condiciones siempre adversas. No hay tiempo para improvisaciones.