El Día del Trabajo despertó sentimientos agridulces en redes

LupaDigital. En la esfera digital los usuarios pasaron del optimismo a la crítica y el pesimismo sobre la situación laboral del país. Las redes fueron un termómetro de la incertidumbre que viven los ecuatorianos por la falta de un empleo. Con eufemismos se trató de maquillar el abuso laboral. Hubo 640 publicaciones optimistas versus 451 negativos en un país que clama por oportunidades en el Día del Trabajador.

Por Andrés Jaramillo

¡Feliz Día Internacional del Trabajador! Esta expresión, con sus variaciones, inundó las redes sociales cuando amaneció este miércoles 1 de mayo de 2024. Hizo que el sentimiento positivo crezca en la conversación digital de Ecuador, como si fuera el Día de la Madre o San Valentín. Hubo 640 publicaciones optimistas hasta las 10:00, versus 451 ‘posteos’ negativos.

Luego, la brecha comenzó a cerrarse conforme los usuarios cuestionaron el sobre entusiasmo de un país en el que, de los más de 13.1 millones de personas en edad trabajar, apenas poco más de 2.9 millones tienen un empleo adecuado. Es decir, un empleo donde se gana igual o más del salario mínimo, se labora igual o más de 40 horas a la semana y se tiene prestaciones, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC).

Los ‘posteos’ negativos recordaron la falta de oportunidades para las personas que, incluso con título de cuarto nivel, no pueden conseguir trabajo. A las familias que han perdido a sus padres, madres o hijos tratando de emigrar a Estados Unidos en busca de oportunidades. A quienes tienen que pelear duro por un puesto al que postulan cientos de personas, en momentos en que se debería celebrar el avance y no el retroceso de los derechos laborales.

El Día Internacional de los Trabajadores, precisamente, se instauró hace 135 años para conmemorar las luchas del movimiento obrero mundial que permitieron reivindicaciones laborales como la reducción de las jornadas laborales a ocho horas y el derecho al descanso.

Sin embargo, y sobre todo luego de la pandemia por la COVID19, que provocó una crisis económica mundial, se crearon las condiciones para que la precarización laboral se normalice. Incluso, acudiendo a eufemismos.

Así, en la actualidad, lo que se llama ‘colaborador’ de una empresa, en realidad es un desempleado/a que cumple una labor sin recibir una remuneración, con la esperanza de que en algún momento se le reconozca económicamente ese esfuerzo.

No es que las nuevas generaciones prefieran la flexibilización laboral. En realidad, no tienen otra opción que aceptar trabajos ocasionales para ganar experiencia, sacrificando prestaciones e ingresos.

El que consigue dos o tres trabajos para subsistir no es héroe ni ejemplo para seguir. Si sacrifica su tiempo libre, esparcimiento y la familia es porque no se puede dar el lujo de renunciar. Las urgencias económicas lo consumen.

Entonces, ¿cuál feliz día? ¿cuál trabajo?  El Día Internacional del Trabajador, lejos del romanticismo que lo envuelve, debería ser un llamado a la acción. Una oportunidad para recuperar la organización, y la movilización social, que hace más de 135 años nos enseñaron que son instrumentos indispensables para luchar por un empleo digno.