Los químicos y desechos de la explotación minera en La Maná se acumulan en piscinas sin tratamiento ni control

 Decenas de informes de entidades de control revelan que desde 2016 hasta la actualidad las mineras Comiange y más recientemente Rome Gold han operado sin contar con permisos de uso y aprovechamiento de agua, que emplean indiscriminadamente con químicos prohibidos para sus operaciones de
explotación minera en La Maná, Cotopaxi.

Si bien la minería ha sido una fuente de empleo y un atractivo en la zona hace varias décadas, la explotación de oro ya causa daños severos y contaminación a ríos y esteros, así como deforestación, en medio de la ineficacia de las autoridades para aplicar la ley y sanciones a las empresas Comiange y Rome Gold.

Texto y fotos Ana María Carvajal y Armando Prado

En las abundantes y fértiles tierras de La Maná se vive una paradoja. Mientras la minería atrajo las últimas décadas a cientos de pobladores de otros cantones para convertirlo en su hogar deslumbrados por la fiebre del oro, esa inmigración tuvo el efecto de un búmeran: se volvió una amenaza de insospechadas consecuencias para sus habitantes.

En La Maná, lo que se siembra se cosecha en abundancia, dicen sus habitantes. Al recorrer su rica geografía es fácil encontrar bastas plantaciones de banano, cacao, yuca, café, naranja… En los prados de La Maná, en el trópico de Cotopaxi, aparecen a lo lejos grandes mantos en tonos marrones de donde emana un aroma acaramelado de las semillas de cacao que están secándose al sol.

Hasta hace poco, los agricultores no necesitaban pensar en un sistema de riego. En la zona hay abundantes ojos de agua, así como los ríos San Pablo y Calope, fronterizo con el cantón Pangua, en Cotopaxi.

Aunque típicamente las lluvias son más fuertes entre diciembre y marzo, en la zona siempre ha habido “lluvias de mantenimiento”, dice Marcelo Orbea Jiménez, presidente de la Asociación de Juntas de Agua del Subtrópico de Cotopaxi. Pero hasta allí también ha llegado la sequía que está afectando al país en esta temporada. Los ríos tienen caudales muy bajos y ya se está evaluando la necesidad de crear sistemas de regadío que antes no se usaban, como canales de riego.

Si bien la minería ha sido una fuente de empleo y un atractivo en la zona, cada vez hay más voces que se levantan en su contra. Una de ellas es la de Francisco Arboleda, quien es originario de Estero Hondo, en La Maná, gravemente afectada por prácticas antitécnicas del extractivismo. Él vivió 12 años en España y con el dinero que ahorró compró un terreno del otro lado del río Calope, en el recinto La Envidia, en Pangua.

Para la extracción de oro y plata se necesita mercurio y otros disolventes químicos. Y un elemento fundamental es el agua. Con los desechos de esa explotación se han formado varias piscinas, que no tienen ningún tratamiento técnico.

Arboleda recuerda que hay problemas con la minería desde hace por lo menos 30 años, pero se han agudizado en los últimos tiempos. “Hay compañías que dicen que son profesionales, que no contaminan y no hacen daño, pero toda minería contamina. Yo estuve 12 años en España y aprendí. No estoy de acuerdo, porque la minería no es futuro. No me quiero quedar sin nada. Aquí hay agricultura, ganadería, ciclo corto. Tenemos cacao, naranja, verde, yuca y tantas cosas… Pero para mí, toda empresa contamina el agua y usted sabe que sin agua, no hay vida”, dice.

En Estero Hondo hay concesiones mineras como Ximena, Ximena 1 y Campo Norsul, de las empresas Rome Gold S.A. y Comiange, que operan sin licencia ambiental desde hace ocho años. Las huellas de la extracción minera a cielo abierto son notorias mientras un equipo periodístico de Código Vidrio recorre el camino que tiene tramos asfaltados y empedrados. En las colinas el agua es cristalina y viva, pero al llegar a las zonas de explotación de oro, aparecen pequeños esteros y riachuelos de aguas turbias, que lucen aceitosas con un brillo metálico.

El 25 de junio pasado, un Tribunal de Garantías Penales aceptó una acción de protección para frenar la extracción debido a la falta de permisos ambientales y otras irregularidades en la extracción. Aunque aparentemente las empresas debían suspender sus actividades mineras por la orden judicial, según varios pobladores la explotación continuó en las noches. Tres meses después, en septiembre, la Corte de Pichincha desechó la acción, tras tomarse dos días para analizar el caso, dando luz verde para las operaciones mineras sin licencia ambiental.

Largo historial de incumplimientos y contaminación

Decenas de informes de entidades de control revelan que desde 2016 la minera Comiange ha operado sin contar con permisos de uso y aprovechamiento de agua, que emplea para sus operaciones de explotación minera en La Maná. Los reportes son del Ministerio de Ambiente, la Agencia de Regulación y Control Minero, la Subsecretaría Zonal de Minería Centro, entre otras.

Según un informe de la Dirección Técnica de Recursos Hídricos de Guayas, desde 2018 se han descargado líquidos sin tratamiento desde Estero Hondo y Estero Sin Nombre, en Cotopaxi, hacia las aguas del río Guayas.

En la zona de protección hídrica de Estero Hondo, según el reporte, hay actividades mineras extractivas y se ha instalado un ducto de cajón en el recurso hídrico público sin autorización de Senagua. Por ello se recomendó que intervenganla Agencia de Regulación y Control del Agua y al Ministerio de Ambiente.

La Agencia de Regulación y Control de Agua emitió en julio de 2016 otro informe. Detalló que detectaron piscinas de almacenamiento y disposición de agua, sin autorización de Senagua. Además que la minera Comiange no tenía permisos para el uso del agua. Se hallaron evidencias de escombros acumulados en los 100 metros de protección hídrica. En este caso, también se recomendó una sanción administrativa para la minera, que siguió operando.

Los ríos principales son el San Pablo y el Calope. Ambos tienen daños ambientales que aún no han sido analizados.

Los incumplimientos han sido recurrentes. En un informe del Ministerio de Ambiente de 2019 se detalla que se observó la descarga de agua turbia proveniente de la galería de la mina hacia las piscinas de sedimentación y decantación, que no tienen diseño técnico, por lo que el líquido no es tratado. En esa época, la Autoridad Ambiental Provincial ya había dictaminado una suspensión de actividades a Comiange, por no contar con licencia ambiental. Pero la empresa continuó con la extracción. Por eso se emitió una recomendación de escalar el informe a la Fiscalía de Cotopaxi y pedir al Ministerio de Energía y Minas, antes Ministerio de Energía y Recursos Naturales No Renovables, suspender las actividades mineras hasta que la empresa consiga esa licencia.  No obstante, la Fiscalía no actuó.

Las descargas no pararon y quedaron descritas en actas nuevamente en 2021, cuando el Ministerio de Ambiente volvió a registrar una situación similar en Estero Hondo. En esa ocasión, en el informe se detalló que para la actividad minera se talaron árboles de la zona. Por eso, en abril del siguiente año, esa cartera de estado dispuso nuevamente la suspensión de la actividad minera.

En 2019, El Ministerio de Energía y Minas encontró bocaminas colapsadas abiertas recientemente, descargas de agua producto del lavado de grava directamente al estero y sin tratamiento, actividad minera en concesiones suspendidas y la presencia de mineros artesanales, que impedían el acceso a la concesión Ximena 1, que operaba de forma ilegal.

Más frentes de explotación minera

Para 2023, los incumplimientos no solo que no cesaban, sino que iban en aumento, afectando la calidad del agua. El Ministerio de Ambiente reportó el hallazgo de dos nuevos frentes donde se observó a personas realizando actividades de explotación cerca a sitios donde se detectaron aguas estancadas, focos de contaminación. Ese informe también incluyó una recomendación para escalar el caso a la Fiscalía, bajo la presunción de un delito ambiental en marcha.

Nuevamente, el Ministerio ordenó la suspensión de actividades en la concesión y el proceso estuvo a cargo de la Coordinación General de Asesoría Jurídica de esa Cartera de Estado. Así, sumaban ya más de 10 suspensiones que Comiange pasaba por alto, solo en los informes revisados por Código Vidrio para este reportaje.

En julio pasado, nuevos informes de Ambiente daban cuenta de que no había orden de suspensión de actividades ni sentencia judicial que frenara la extracción minera en los campos a cargo de Comiange en La Maná. En los reportes constan detalles sobre maquinaria, equipos y escombreras que se encontraron para la explotación minera. Según los documentos, había la presunción de que eran trabajos sin autorización, dada la falta de una disposición administrativa ambiental. También se reportó la detección de una draga para extraer material minero usada hace poco, cobertura y capa de suelo removida, inadecuado manejo de desechos y escombros dispersos de forma antitécnica y mala disposición de sustancias químicas, combustibles, aceite quemado y grasa automotriz. Todo esto a pesar de que existe en marcha una investigación previa en Fiscalía por delitos ambientales.

De acuerdo con un informe técnico del Ministerio de Ambiente de septiembre de 2024, los trabajos de extracción minera continuaron, así como las perforaciones de pozos y la extracción de material en volquetas, durante las noches, sin que se respetara la vigencia del fallo del Tribunal de Garantías Penales Especializado Anticorrupción.

Por otro lado, se registró que existían aguas estancadas que eran vectores de contaminación.  En el informe incluso consta que personas a bordo de motocicletas, que salían desde las minas, siguieron al vehículo institucional de Ambiente. Se dejó sentado que, presuntamente, quienes iban en una de las motos intentaron averiar el vehículo. Además, luego se evidenciaron daños en dos llantas. Este informe recomendaba iniciar procesos administrativos sancionadores.

En las colinas el agua es cristalina y viva, pero al llegar a las zonas de explotación de oro, aparecen pequeños esteros y riachuelos de aguas turbias, que lucen aceitosas con un brillo metálico.

 

Sin ningún análisis de la contaminación

Según el biólogo Rafael Cáceres, quien trabaja en la compañía Splendor y estudia la vegetación y la fauna de la zona, la minería ha causado una deforestación severa en este bosque que, dependiendo del punto, es piemontano o húmedo tropical. Aunque actualmente hay grandes zonas agrícolas, también hay un alto grado de endemismo.

Para la extracción de oro y plata se necesita mercurio y otros disolventes químicos. Y un elemento fundamental es el agua. “Como no hay un buen manejo de los desechos, la minería afecta la ictiofauna (peces) y los macrobentos (insectos acuáticos). Todo el curso del agua se relaciona con su entorno, por lo que los efectos también llegan a la vegetación circundante y a las aves, los anfibios, mamíferos y los reptiles que beben esa agua o se alimentan de la fauna y flora cercana, advierte el biólogo.

Los ríos principales son el San Pablo y el Calope. El primero se alimenta de los ríos San José y Chuquiraguas, y el segundo, antes conocido como Palenque, llega desde el Quindigua y baña luego a Malki Machay. Ambos tienen daños ambientales que aún no han sido analizados.

De acuerdo con Geovanny Calvopiña, Técnico de Gestión Ambiental del Municipio de La Maná, “por el momento no se han hecho estudios ni análisis físicos, químicos ni biológicos. No tenemos fuentes de contaminación puntuales porque no hay ningún tipo de industrias que descarguen directamente al río San Pablo”.

Sobre el río Calope, Calvopiña asegura: “La ley es clara en minería de áridos y pétreos aluviales” y que la competencia es del Ministerio de Ambiente y de agencias del Gobierno. Además, señala que al ser un río que marca el límite entre dos cantones, “ellos dan los certificados de afectación de recursos hídricos”, por lo que el Municipio no ha hecho en ninguno de los dos ríos análisis de las aguas.

Sin embargo, para los pobladores es claro que hay una problemática que debe enfrentarse. Por ejemplo, Rosario Flores, habitante de las riberas del Calope, la minería “está afectando a todos. Eso que ponen para limpiar el oro va minando el agua. Muchas personas consumen el agua del río y va contaminádose todo. Cuando lavan por arriba, viene contaminádose todo. Esto es bastante delicado”, dice.

Por eso, Cáceres considera que debería hacerse un análisis exhaustivo en el cauce alto, medio y bajo de ambos ríos, pero sobre todo en el Calope, para saber el estado del agua valorada por su riqueza, pues “tiene partículas coloidales de oro, plata, basalto y otros componentes”. Cáceres recorre a diario la zona y comenta que los moradoresle cuentan cómo era el paisaje años atrás y señalan que ahora se ve una modificación del cauce y del caudal del río y eso les preocupa.

En este bosque hay especies que deben protegerse. En la zona donde se extrae el agua Splendor, donde aún se conserva el bosque piemontano, secundario y primario y el bosque húmedo tropical, se han encontrado especies en lista roja del Ecuador y especies vulnerables, según la UICN (Unión Internacional para la Conservación y la Naturaleza). Están listados la ardilla enana de Simons, el pájaro carpintero (que estaba en toda la Costa, pero que ahora solo se refugia en los bosques más prístinos), ratón bolsero, un roedor de campo (heteromiys teleus). Es una zona rica, en la que conviven varios ecosistemas. En ese sector la altitud varía entre 201 y 421 metros sobre el nivel del mar.

En un terreno aledaño, María Asitumbay trabaja la tierra desde hace 18 años. Es originaria de la provincia de Bolívar y pasó de vivir en Caluma a trabajar en un solar en Las Naves, para cultivar en una propiedad que compraron sus padres en La Maná. Siembran yuca, verde, cacao y naranja. Aunque ahí también tienen un ojo de agua, han notado que hay menos que antes. “El agua es buena aquí, nos va bien. Siempre nos felicitan porque el agua es valiosa”, dice, pese a las alertas.

Recuerda que ahí la montaña “era virgen”, pero ahora, además de las empresas, hay “ratoneras”. “Así se conoce a los mineros ilegales que explotan, aquí y allá, para extraer todo el oro que pueden y luego desaparecer. “Acá arriba estamos bien, pero a los que viven y trabajan abajo, el agua sí se les contamina y les llega sucia”, dice.

Marcelo Orbea, quien también fue catedrático de la Universidad Técnica de Cotopaxi, señala que no se puede ignorar que una de las teorías del origen del nombre de La Maná son los vocablos Lang Mana Atti “que significa la gran mina del rey”. Eso ha motivado “la codicia de muchas empresas que han venido a llevarse el oro y la plata, hasta desde Canadá y no han dejado nada, ni caminos asfaltados, solo contaminación”.

Por eso, en 1966, se formó la Asociación de Mineros Lamanenses, lo que generó un problema mayor. Empresas de otras zonas, como Machala, absorbieron esa asociación para operar sin tomar en cuenta el impacto ambiental. “La gente pobló este lugar por el oro y se lo han llevado en tráileres y camionadas, solo han dejado secuelas. Las autoridades se hicieron de la vista gorda. Antes había una oficina técnica del Ministerio del Ambiente aquí, pero desapareció. Luego volvió, pero solo en papeles, porque no hay partida presupuestaria”, dice Orbea.

El problema de la contaminación de los ríos no solo se origina en la minería. También hay un pésimo mal manejo de los desechos de las empresas bananeras. Por ausencia de control abandonan grandes cantidades de material vegetal que luego causa taponamientos y desbordamientos.

En el río San Pablo -alerta Orbea- hay una salida del antiguo camal o un problema por la cercanía de un botadero de basura. “Hay una seria contaminación en ambos ríos. El agua es vida. No queremos que nos ocurra lo que está pasando en otros países donde ya solo les dan agua dos o tres días a la semana. La defensa por la vida es por el agua, porque no te puedes tomar un litro de oro”, indica.