Las patologías del hacker australiano

La salud física y mental del activista, cabeza de WikiLeaks de origen australiano, se ha deteriorado seriamente los últimos seis años: muchos médicos temen ingresar a la embajada para tratarlo, por miedo a ser blancos de Inteligencia. Su cuadro de paranoia, por miedo a ser extraditado a Estados Unidos, se agudiza.

Redacción Código Vidrio

“La Embajada al inicio me ofrecía un alivio frente a las condiciones extrañas del arresto domiciliario en que vivía antes de 2012. Pero con el tiempo, esto fue cambiando y se volvió más y más difícil”. Palabras más, palabras menos, esto fue lo que Julian Assange reveló al médico que lo examinó en sucesivas sesiones entre 2014 y 2015.

El deterioro progresivo de su salud física y mental, por sus condiciones de encierro en la sede diplomática desde junio del 2012, está detallado en varios reportes médicos revisados por este portal hasta la actualidad.

El facultativo inglés dictaminó que Assange vivía virtualmente bajo un lente de microscopio: la experiencia de haber perdido su propia identidad pudiera ser tanto “Traumática como destructiva para su personalidad”.

“Depende de otros para cada aspecto de su vida, ya sea la provisión de la comida, el acceso a ropa… vigilado y monitoreado… sin privacidad ni distracciones, algo que puede equipararse a un ambiente en una prisión de alta seguridad”.

Después de varios años de encierro, le confesó Assange al médico, las paredes de la embajada eran tan familiares para él como el interior de sus párpados. “Las veo y al mismo tiempo no las veo”.

En su juventud y adolescencia, fue un ávido ciclista y practicante de caminatas: encerrado, perdió parte de su noción de identidad.

Uno de los primeros síntomas fue la pérdida de sueño: se acostumbró a pasar entre 18 y 22 horas sin dormir, ajeno al paso del tiempo, hasta que el cansancio lo vencía. Al inicio, decidió dormir con un ojo abierto, porque sentía que era vigilado. Todo indica que en la madrugada, agentes de policía lanzaban objetos hacia la ventana para perturbarlo. Sobre todo los primeros meses.

Solo a medida que el médico fue ganando su confianza, se enteró del dolor que sentía el hacker y periodista por no saber de su familia (perdió a su padrastro en abril de 2012 y a su abuelo en octubre de ese mismo año, en ambos casos luego de enfermedades largas y dolorosas). El temor de no volver a ver a sus hijos en Australia y la angustia de saber que pudieran vivir amenazados, le sobrecogía.

Una de las consecuencias más graves del aislamiento: la dificultad para garantizarle acceso a atención médica fuera de la embajada. Se conoce que ha perdido la visión y que tiene otras dolencias, pero que los médicos temen acercarse a la embajada a diagnosticarle y tratarle. “Los policías toman nota de su nombre y se sienten intimidados”. El autor de uno de los informes –al que hemos tenido acceso- precisamente ha pedido no revelar su nombre.

La dolencia en su hombro derecho le causó severos problemas desde mediados de 2015: pero era imposible lograr un diagnóstico adecuado por la imposibilidad de ingresar equipos de ultrasonido, para realizar pruebas de imagen. “La ausencia de un diagnóstico le causa enorme estrés, por el temor de que el dolor se relacione con una enfermedad como cáncer”.

Otra dolencia no tratada: una pieza dental (premolar) se fracturó en 2010, y por imposibilidad de recibir atención odontológica especializada, sufría dolores y molestias.

Para obtener un diagnóstico de la situación de la salud mental de Assange, un experto en cuadros derivados de situaciones de confinamiento indefinido fue consultado. Detectó que sufre de depresión y ansiedad, de moderada a severa.

Flashbacks: la sensación de vivir un suceso traumático una y otra vez. Sensación permanente de angustia. Son dos de los síntomas del “Desorden Complejo por Estrés Post-traumático”, que pudiera estar viviendo Assange.

El psicólogo Micheal Korzsinski tiene 25 años de experiencia en el tratamiento de víctimas de tortura. Investigó la situación de Assange, concluyendo que “Sufre en la actualidad un desorden de estrés postraumático… considero que se encuentra en riesgo serio de desarrollar una alteración permanente de personalidad”.

El profesor de derecho internacional en la Universidad Carlos III, de Madrid, ex presidente y miembro del Comité contra la Tortura de ONU, Fernando M. Mariño, afirmó en 2016 que Assange se encuentra en condiciones que “Deben ser calificadas de trato inhumano, cruel o degradante, constitutivo de tortura, en el sentido del Derecho Internacional”.

“Es mi convicción de que el Reino Unido y Suecia, obrando conjuntamente, violan de modo continuado la prohibición de la tortura en la persona del señor Assange”.

Su salud física y psicológica están afectadas, advierte el jurista Carlos Poveda, representante ecuatoriano en la defensa de Assange. “Esta opinión es compartida por los facultativos que emitieron su diagnóstico en enero de 2018, Sandra Crosby y Brock Chisholm”.

Tal condición solamente se habría agravado, tras el aislamiento resuelto por las autoridades ecuatorianas.