Los Choneros no solo trafican coca, también lucran de la captura y aleteo de tiburones

Los Choneros, que son el grupo delictivo hegemónico en Manabí, están relacionados con la captura y el aleteo de tiburones y otras especies, actividades complementarias al tráfico de drogas y combustibles por el Océano Pacífico. Pero no es el único actor en ese mercado ilegal marítimo. Los Lobos empezaron a disputarles ese espacio, como revela el caso de Briones Chiquito. El papel de la flota china es un misterio, sobre todo por indicios de su posible involucramiento en narcotráfico. Está relacionado con la pesca indicriminada de especies de fauna marina, como revelaron investigadores a esta alianza transfronteriza. Fotocomposición de la portada con Canva IA. 

Por María Belén Arroyo y Arturo Torres

En febrero de 2023, una nota periodística en la prensa mexicana daba cuenta de la captura de una embarcación a 195 millas náuticas del puerto marítimo Lázaro Cárdenas, en Michoacán. Llevaba casi 315 kilos de cocaína, distribuidos en ladrillos cubiertos con cinta. Además, transportaba 1.650 litros de hidrocarburos en 33 pomas de plástico.

Dos pescadores ecuatorianos constaban entre los cinco detenidos. Su registro migratorio mostraba una conducta inusual. Ambos habían arribado por vía aérea desde México, Guatemala y El Salvador, en varias ocasiones desde 2016. Sin embargo, no hay registros de que salieran por avión desde suelo ecuatoriano. Al parecer, su desplazamiento seguía un patrón: salían desde las costas de la provincia de Manabí, con cargamentos ilegales que entregaban en altamar. Dejaban las embarcaciones abandonadas. Luego, volvían en vuelos comerciales a su país de origen.

La estructura narcodelictiva a la que pertenecían los detenidos en México tenía como cabeza a Leonardo Briones Chiquito, conocido como Iguana o Mexicano. Fue un capitán de barco pesquero, conocía los secretos del mar. Briones Chiquito tenía cercanía con el grupo criminal Los Lobos, que disputa a Los Choneros el control de las rutas marítimas en el Pacífico. Los Choneros han tenido predominio en esta actividad ilegal, particularmente desde las costas de Manabí. Los Lobos, una facción disidente, se extendió por todo el país y amplió su portafolio criminal a las extorsiones, la minería ilegal y los secuestros.

La Fiscalía ecuatoriana logró documentar cómo operaba la estructura criminal de Briones Chiquito, a partir de escuchas telefónicas, seguimientos y allanamientos que duraron más de un año. Este equipo periodístico accedió al proceso judicial, que muestra que la actividad narcodelictiva ahora incluye el tráfico de especies marinas.

La investigación fiscal detectó que en esta estructura de delincuencia organizada había personas específicamente dedicadas a reclutar navegantes para llevar los paquetes de droga en lanchas rápidas, desde puertos manabitas como el de Jaramijó. Cuando detectaban la proximidad de vigilantes, los tripulantes no dudaban en arrojar los bultos de droga al mar. A veces, instalaban dispositivos de geolocalización (GPS) con boyas satelitales para recuperarlos y evitar represalias, pues la pérdida de la mercadería se suele pagar con la vida.

Dentro de las redes del narcotráfico hay personas específicamente dedicadas a reclutar navegantes para llevar los paquetes de droga en lanchas rápidas, desde puertos manabitas como el de Jaramijó (foto). Código Vidrio

Los miembros del grupo se enteraron de la detención de la nave en México, porque uno de los ecuatorianos detenidos alcanzó a llamar a su esposa. Luego de enterarse, organizaron una nueva incursión para rescatar los “caramelos”.

Droga al agua

Las comunicaciones entre los pescadores fueron interceptadas en el curso de la investigación fiscal. “Que le pongan una velita a la niña [la virgen] para seguir adelante. Que vieron drones en altamar y botaron los sacos de yute”, dice el extracto de una de las conversaciones. En otro diálogo, explican que en el barco llevan a “veedores colombianos” y que los motores son nuevos, lo que sugiere que pudieran alcanzar mayor velocidad. En otra conversación, preguntan quién atrapó “pescado”.

Briones Chiquito fue vinculado a la investigación dirigida por la Fiscalía ecuatoriana. No recibió la pena de cárcel, sino una medida que le obligaba a comparecer periódicamente ante representantes de la justicia. Cuando los uniformados allanaron sus propiedades, en el contexto de una nueva investigación fiscal, esta vez por lavado de activos, en casa de una de sus familiares encontraron un caimán de poco más de un metro de longitud.

A mediados de julio de 2025, Briones Chiquito fue acribillado por sicarios junto con su esposa mientras viajaba en un lujoso carro blindado, resguardado por exintegrantes del Ejército. En respuesta a esos crímenes, una ola de violencia se desató en Manabí. La noche del crimen hubo 18 asesinados en esa zona.

La investigación de Fiscalía ecuatoriana por el delito de lavado de activos siguió su curso y detectó que una empresa pesquera, dedicada a la exportación de mariscos, estaba relacionada con este grupo. La compañía habría lavado 17 millones de dólares, entre 2021 y 2024, según la teoría fiscal.

Las capturas de lanchas rápidas y semisumergibles con droga son coordinadas entre Guardacostas de EE.UU. y la Marina de Ecuador. Foto archivo

Coca y aletas

En agosto de 2018, la embarcación Tahoma del servicio de Guardacostas de los Estados Unidos interceptó una nave cargada con 16 bultos, que escondían 769 kilos de cocaína. Cinco tripulantes, dos mexicanos y tres ecuatorianos, fueron detenidos y llevados hasta Florida. Los seis teléfonos satelitales y dispositivos GPS encontrados abordo se convirtieron en la punta del ovillo.

Así empezó una investigación transnacional, que duró tres años y permitió desenmascarar esta estructura narcodelictiva aliada con el cartel mexicano de Sinaloa. Desde las costas de Manabí, una flota de al menos diez embarcaciones llevaba combustible para abastecer a naves que esperaban en el océano Pacífico. Lanchas rápidas acarreaban sacos de cocaína hacia Centroamérica, México y Estados Unidos. En su ruta, pasaban por el sur de las islas Galápagos.

Los investigadores detectaron que ciertas embarcaciones dejaban la mercancía ilícita y luego atrapaban tiburones con un palangre, un método de pesca que consiste en un cordel largo y grueso, del cual penden, cada cierto tramo, ramales con anzuelos. En Ecuador, desde 2007, rige una norma que incentiva la pesca artesanal y permite que los tiburones capturados “accidentalmente” sean utilizados y comercializados.


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Un oficial que investigó la estructura narcodelictiva confirmó a este equipo que la captura de tiburones era una actividad complementaria al tráfico de drogas y de combustible. Los tiburones son sacrificados por sus aletas. Estas piezas son transportadas a las islas Galápagos, donde se someten a un proceso de preservación y almacenamiento. Cargamentos de aletas luego son enviados a China, donde son apreciadas como un manjar gastronómico. Se les atribuyen supuestos poderes afrodisíacos.

La justicia ecuatoriana procesó al grupo de involucrados por el delito de tráfico de drogas, pero no por delitos relacionados con la captura ilegal de especies marinas. A pesar de las evidencias, exhibidas en el juicio, dos de los tres jueces que evaluaron en primera instancia lo ocurrido no declararon culpables a los involucrados.

Según el coronel Carlos Ortega, director de la Policía Antinarcóticos, entre 2024 y 2025 (acaba de ser nombrado director de la Escuela de Policía), se han capturado dos barcos pesqueros que navegaban en los alrededores de las islas Galápagos. En total, transportaban ilegalmente 27 toneladas de aletas de tiburón, cuyo destino era el mercado asiático. La más reciente captura ocurrió el 10 de agosto pasado cuando un Guardacostas de Estados Unidos detuvo un barco pesquero que transportaba 10 toneladas de aletas. Detuvieron a 18 personas: 13 eran de Manabí, dos de Esmeraldas y una de Quito. El otro caso ocurrió en abril de 2024. Hizo parte de una operación bautizada Fénix 113, en la que la Armada y Guardacostas de EE.UU. incautaron 16,6 toneladas de aletas.

Entre 2024 y 2025 se han capturado dos barcos pesqueros que navegaban en los alrededores de las islas Galápagos. En total, transportaban ilegalmente 27 toneladas de aletas de tiburón, cuyo destino era el mercado asiático. La más reciente captura ocurrió el 10 de agosto pasado. Foto cortesía Policía.

En ambas ocasiones, según el coronel Ortega, los pescadores navegaban cerca de Galápagos en la ruta usada para el transporte de cocaína hacia Centroamérica y Estados Unidos. Las autoridades estiman que, previamente, los pescadores también habrían utilizado las embarcaciones para llevar cocaína desde puertos ecuatorianos. Tras entregar la droga, los navegantes, que operan para grupos delictivos como Los Choneros, se dedican a la pesca de tiburones para luego venderles las aletas a intermediarios de la flota china que permanece pescando durante buena parte del año en aguas internacionales, frente a Galápagos.

Guido Núñez es un consultor en temas de seguridad y de crimen organizado. Perteneció a una unidad policial de élite, que empezó a detectar la presencia de embarcaciones con droga a fines de los años 90. Desde hace varios años sigue la pista de estructuras criminales y delitos ambientales. Núñez encontró una serie de vacíos en el esquema de control y verificación estatal. Los pescadores reciben combustible que hasta mediados de septiembre era subsidiado por el Estado. Pero no hay mecanismos para impedir que sirva para abastecer al narcotráfico. También halló que los tiburones que son atrapados en el palangre son faenados. Usualmente, se retiran sus aletas y, en ocasiones, los cuerpos llegan hasta los puertos de Manabí, desde donde se envían hacia Quito. Aquí, en los mercados de la ciudad andina se venden como carne de corvina.

En el puerto pesquero de Jaramijó, en Manabí, los pescadores reciben combustible subsidiado que cargan en una estación de Petroecuador en ese poblado. Foto archivo

Grupos criminales en altamar

Los Choneros son el grupo criminal que domina el Pacífico, según el general de la Policía en servicio pasivo Freddy Sarzosa. “Los pescadores se dedican a estas actividades por la inseguridad que se vive en el mar”, dice. “Les asaltan los piratas, les roban los motores fuera de borda, pero además hay factores críticos como la falta de alternativas laborales, la precariedad de empleo”.

En Manabí hay una tradición ancestral de pesca. Los pescadores son expertos en navegar sin instrumentos tecnológicos; usan solo señas climatológicas. Esa experticia es aprovechada por las organizaciones criminales, de acuerdo con Sarzosa.

Un viaje para llevar droga por mar puede representar un pago de entre 10 mil y 30 mil dólares para el pescador, cuando tiene éxito. Pero hay enormes riesgos. Generalmente la mitad del pago la reciben al concretar el negocio. Algunos son extorsionados al recibir ese dinero. Si llegan a “coronar” y cumplen “la vuelta”, cobran el resto.

Muchos, sin embargo, son interceptados por las autoridades marítimas. En esos casos, optan por arrojar los bultos al océano. Una vez capturados, son llevados a cárceles de Centroamérica, México o Estados Unidos. Según organizaciones de madres y esposas de pescadores detenidos en el exterior, hay cientos de pescadores detenidos en estos países, sin derecho a comunicación con las sedes diplomáticas.

Cuando la mercancía se pierde, la familia del pescador puede sufrir retaliaciones. “Es un problema complejo que ha ido empeorando. La familia queda en estado de vulnerabilidad. Debe impulsarse una política pública para enfrentar el problema”, dice Guido Núñez.

Una de las rutas más usadas para transportar cocaína es la que bordea Galápagos para llegar hacia Centroamérica y EE.UU. En los operativos también se han capturado armas, aletas y municiones. Foto de archivo

El rol de la flota china

Los barcos chinos que permanecen en tareas de pesca a gran escala en aguas internacionales, frente a Galápagos, sirven como puente para las actividades, de acuerdo con un agente de inteligencia, que pidió mantener su nombre bajo reserva. “Hemos tenido casos de transporte de cocaína en veleros y embarcaciones pesqueras que han zarpado desde Salinas y Manta, y han sido capturadas en Australia y Corea del Sur, por lo cual es bastante probable que también estén llegando a China”, dice.

No obstante, el investigador afirma que es difícil acceder a evidencias sólidas, ya que China no comparte información sobre incautaciones. “La explicación es sencilla”, explica. “Ese país no revela cifras porque afectaría su imagen de un sistema que funciona y no tiene los mismos problemas de los países occidentales, como narcotráfico y consumo de drogas”.

En el aleteo de tiburones, al parecer, el grupo dominante sigue siendo Los Choneros. “Hemos tenido evidencia de que muchos barcos que sirven como gasolineras flotantes para las lanchas go fast, también trafican especies”, dice el agente de inteligencia. A cambio de las especies, el combustible subsidiado y la droga, las naves regresan con armas. El armamento, de grueso calibre, suele ser en su mayoría de origen estadounidense y ha contribuido a aumentar la violencia en Ecuador, donde, en el último año, la criminalidad llegó a tal punto que cada hora, en promedio, una persona es asesinada con violencia.

La flota china también sería un medio para el transporte de cocaína hacia Asia

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