ENTREVISTA. El jurista y académico de la Universidad San Francisco, Xavier Andrade, estima que los políticos en general carecen de ética intelectual y académica para ocupar el cargo de Fiscal General, dignidad que el Consejo de Participación debe designar en los próximos meses. Un Fiscal, recalca, debe cumplir, al menos, con tres estándares mínimos: integridad, determinación y solvencia académica, ética e intelectual.
Redacción Código Vidrio
–En 2019 usted participó en la evaluación para elegir al nuevo fiscal. Hoy estamos empezando un nuevo proceso de selección de esa autoridad. Como académico y jurista litigante, especializado en derecho penal, ¿Cuál es su evaluación del desempeño de estos seis años de Diana Salazar como Fiscal General?
El desempeño de la fiscal general, en estos últimos años, lo calificaría como bueno, tomando en cuenta que ha liderado una lucha frontal contra la delincuencia organizada. Pero también he visto desigualdad de condiciones en el manejo de otros casos, como por ejemplo Ina Papers o Grilletes Electrónicos. Descuidó estas y otras investigaciones a las que no les puso suficiente énfasis.
–Si bien Salazar tuvo un apoyo mayoritario por su frontalidad y valentía para empujar casos emblemáticos también tuvo detractores y muchos enemigos.
Creo que ella maduró mucho en el cargo, en muchos aspectos, en conocimientos, tuvo mayor preparación en los casos, aunque su posición fue a veces autoritaria.
–Un hecho que desató una encendida polémica durante el concurso y luego fue usado políticamente en contra de Salazar fue la nota que usted le puso, de 10 sobre 20, en el examen de conocimientos penales y procesales.
Ella era la candidata favorita, entre 17 postulantes; sus admiradores esperaban que la evaluara bien, pero yo solo califiqué sus respuestas, sin ninguna animadversión, en presencia de cuatro académicos que eran parte de la comsión que yo dirigía. Pero a la larga luego se produjo un efecto que le molestó mucho a la fiscal, pues un movimiento político empezó a llamarla la fiscal 10 sobre 20. Esos ataques injustificados de desprestigio cada vez le recordaban la nota que yo le había puesto. Eso generó una especie de rechazo hacia mí, que también la pasé mal, más allá de que éramos un equipo de evaluadores, pero yo asumí la responsabilidad porque presidía el comité. Sin embargo, además de esa prueba había otros componentes, por los cuales ganó el concurso, además de la prueba oral. El primero es que era afrodescendiente, era la primera vez en la historia que una persona de una minoría aspiraba a ocupar una dignidad tan alta, además era mujer, sucedía luego de varios hombres como fiscales. Uno más era que Salazar había empezado desde abajo, era una funcionaria de carrera en la Fiscalía.
–Volvamos al presente. ¿Cuál es su apreciación sobre la forma en que está desarrollándose el proceso para la designación del nuevo fiscal; existe el riesgo de que se politicen los concursos?
La falta de publicidad y transparencia en la designación del nuevo fiscal me genera muchas dudas de cómo se va a elegir, particularmente porque quienes han mostrado públicamente su interés en postularse tienen vínculos con partidos políticos.

-La designación del nuevo fiscal se da en momentos muy distintos a los que se vivían en 2019. El contexto del narcotráfico, la criminalidad organizada y la violencia con la corrupción son factores presentes a diferente nivel dentro y fuera del estado. ¿En estas circunstancias cuál es el perfil ideal que debe tener el nuevo fiscal?
Un Fiscal debe, al menos, cumplir con tres estándares mínimos para ocupar el cargo: integridad, entendida como la coherencia, entre lo que dice, piensa y actúa, tanto en la vida privada como la pública; determinación, a efectos de enfrentar con firmeza todas las adversidades, obstáculos y limitaciones que la gestión del cargo exige tanto en la parte administrativa, como la de litigio. Y finalmente, solvencia académica, ética e intelectual, para resolver todos los problemas jurídicos que el ejercicio de un cargo de esta naturaleza exige.
–¿Cuál es su opinión sobre la participación en el concurso de abogados litigantes y políticos que aspiran a ser fiscal general?
Para responder esta pregunta, yo preguntaría al abogado litigante y al político cuál es la razón, su motivo, cuál es la fuente para querer ser Fiscal. En la medida de su respuesta, yo valoraría que el abogado debería tener una experiencia previa sobre el funcionamiento interno de la Fiscalía, y no solamente la experiencia de conocer la Fiscalía. Es decir, el abogado debe conocer los procesos internos del manejo administrativo de una fiscalía y todos los componentes alededor de esto. Si el litigante no tiene esta experiencia, veo inútil su participación en este concurso ya que no generaría ningún cambio, sino todo lo contrario. En cuanto al político, en mi opinión, es poco idóneo que quiera asumir un cargo tan importante, ya que adolece de dos estándares que mencioné hace un momento, el político es poco íntegro y carece de ética intelectual y académica. Un ejemplo he que he escuchado a expolíticos que son abogados es que por su experiencia en el campo público, serían un buen fiscal. Los peores candidatos para este cargo son los políticos, porque ellos no tienen un criterio jurídico sino político y actuarán con esa perspectiva. Hay muchos que quieren alinear los dos conceptos, pero para mí siempre han estado divorciados.
-¿Un político debería saber que no puede ser fiscal, que no debe, porque está en la orilla opuesta. Ya estuvo en el otro lado, en un partido o en el gobierno?
Correcto. Es un tema de sentido común.
-En el caso de un abogado que litiga y se presenta como candidato a fiscal y gana ¿hay la posibilidadd de que no sea imparcial si debe investigar a uno de sus exclientes?
Por supuesto, hay un conflicto de interés latente, si eso ocurre su tarea se complicará mucho.
-¿Cómo ve usted la evolución de este nuevo proceso de selección, cuán confiable y solvente es?
Escucho y veo en los medios que se volverá a emprender evaluaciones y que hay nuevos reglamentos, con comisiones de veedores, pero seguimos enfocándonos exactamente en los mismo; lo cierto es que no se evalúa de manera distinta, se evalúan títulos, experiencia, pero no se llega a elaborar una propuesta distinta.
-¿Por qué no se lo hace?
Hay temor de subir los estándares, la calidad de quienes van a ser los candidatos.