Ocho de cada 10 ecuatorianos son más vulnerables a ser desinformados. Todos somos suceptibles a ser manipulados con la difusión de información falsa. Para que esto ocurra, deben juntarse varios elementos como la hiperconectividad, la desconfianza en los medios y en las instituciones políticas, así como la influencia de los sesgos ideológicos que cada individuo tiene. Los políticos son los principales responsables de difundir información falsa en redes sociales. Aquí te explicamos cómo influyen estas variables y quiénes podrían ser manipulados más fácilmente en las redes sociales.
Por Ingrid Coba
La hiperconectividad no solo nos permite recibir e intercambiar más información al instante. En su lado más sombrío y peligroso potencia la rápida distribución de contenidos falsos y la consecuente manipulación en las redes sociales.
El Informe Digital 2021 elaborado por Hootsuite y We are Social determina que en Ecuador existen 13,8 millones de teléfonos móviles conectados y hay 14 millones de usuarios activos de las redes; es decir casi 8 de cada 10 ecuatorianos usan Whatsapp, Facebook, Instagram, TikTok y Twitter, entre otras plataformas.
Este escenario sería útil para las campañas de publicidad o de desinformación que imperan en todos los países del mundo, asegura Pedro Baños, militar español, experto en geopolítica, en su libro “El Dominio Mental”, publicado en el 2020.
Baños explica que al interactuar en las plataformas digitales y exponer dónde vivimos, qué gustos tenemos, con qué personas nos relacionamos, en qué gastamos nuestro dinero, entre otra información personal que entregamos voluntariamente, permitimos que se construyan perfiles sicológicos con los que podrían condicionarnos mentalmente para que pensemos y actuemos de una determinada manera, según los intereses en juego.
Según Baños, los dos sectores beneficiados con esta información son el económico y el político, que arman estrategias para impactarnos, pues “las decisiones de compra se toman esencialmente desde las emociones, y las electorales también”, asegura.
Para Caroline Ávila, académica de la Universidad del Azuay, a más de la hiperconectividad es necesario que se junten otros factores para que una persona sea más susceptible a la desinformación. No únicamente el tiempo de uso o el simple acceso a la tecnología.
“La desconfianza en los medios, en las instituciones políticas y una fuerte influencia de los sesgos ideológicos de cada individuo son determinantes a la hora de ser presa fácil de los contenidos engañosos de las redes sociales”, afirma Ávila.
Pone como ejemplo al caso de Posorja, ocurrido en octubre de 2018, cuando un grupo de pobladores enfurecidos linchó a tres personas, acusadas falsamente de secuestrar a unos menores de edad. Esta información circuló por Whatsapp y movilizó a estas personas que llegaron a un cuartel policial a golpear a los detenidos hasta causarles la muerte.
Políticos, los que más desinforman
Wendy Reyes, catedrática de Comunicación Política en la George Washington University comparte el criterio de Ávila. Dice que en el informe Digital News Report 2020, del Instituto Reuters para el estudio del Periodismo y la Universidad de Oxford, los ciudadanos consultados a nivel mundial reconocen como responsables de la propagación de la desinformación, en los canales digitales, a los políticos, en un 40%, y a los periodistas o medios de comunicación, en un 13%.
Sobre este último punto, Reyes considera que el reto es construir una cultura de credibilidad en donde los medios serios sean reconocidos por su audiencia en función del trabajo riguroso que realicen y aquellos medios que frecuentemente publiquen contenidos falsos, imprecisos o incompletos, no merezcan la visita o lectura de sus contenidos.
¿Quiénes son más vulnerables ante la desinformación? Para la sicóloga y comunicadora Cecilia Bustillos, de la Universidad Católica, serían los adolescentes y las personas adultas mayores. Los primeros, porque están buscando en las redes sociales, referentes y comunidades a las cuales pertenecer. “Muchos chicos se dejan llevar por el número de seguidores que tiene un personaje, porque comparten afinidades o porque es el ideal de lo que quieren ser en el futuro y en esta búsqueda podrían caer en desinformación o ser fácilmente manipulables”, advierte.
Mientras que en el caso de los adultos mayores, su nula educación mediática y digital los llevaría a creer en contenidos engañosos, inexactos o manipulados.
Reyes aconseja tener cuidado con los contenidos falsos en tiempos de crisis, pues en momentos de emergencias sanitarias, humanitarias o desastres naturales es cuando circula mayor desinformación. “Es lo que pasó al inicio de la pandemia, como no teníamos información oficial sobre qué pasaba, no sabíamos qué hacer, ni como actuar, empezamos a compartir cualquier información que nos llegaba a nuestro celular, cierta o falsa, porque era lo que teníamos en esos momentos”.
Para evitar ser manipulados, Bustillos dice que debemos ampliar nuestra visión y no encasillarnos en grupos que solo sean afines a nuestras creencias o convicciones, pues el encerrarse en estas burbujas nos hace más vulnerables a este fenómeno.
Consejos para evitar ser manipulado
- Adquiera competencias mediáticas y digitales que le permitan buscar y analizar la información adecuada y descartar los contenidos engañosos.
- Deje de interactuar con sitios o cuentas que frecuentemente publiquen contenidos inexactos o tergiversados.
- Cuestione la información que le llega a través de las redes sociales y no la acepte como cierta por el solo hecho de que la envian sus amigos o familiares. Recuerde que los contenidos virales no siempre son ciertos.
- Evite compartir cadenas anónimas; suelen ser contenidos que no están verificados.
- Busque varias fuentes y contraste la información.