Cinco días después de que se confirmara la muerte del equipo periodístico de El Comercio, el 17 de abril, el gobierno informó que Óscar Villacís y Katty Velasco habían sido secuestrados por narcoterroristas del Frente Oliver Sinisterra, en la población colombiana de Puerto Rico. Horas después, el presidente Lenín Moreno anunció a sus ministros y otras autoridades en una reunión reservada del Cosepe que su gobierno ya no negociaría la liberación de ningún plagiado con los disidentes. Así selló su suerte y fijó la política de cero tolerancia con los grupos residuales. La pareja fue retenida apenas había pasado al lado colombiano en una moto. Las razones del viaje aún no han sido esclarecidas. Su familia y abogado impulsan una demanda en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos contra el Estado.
Por: María Belén Arroyo
En cadena nacional, un video transmitía el angustioso mensaje de un hombre joven, con las manos y el cuello atados. A su lado, cabizbaja, una muchacha delgada de apariencia frágil aparece, silenciosa. Una luz a punto de extinguirse. La imagen muestra a personas fuertemente armadas, detrás de los secuestrados. Era el martes 17 de abril de 2018. Poco después de las seis de la mañana.
“Señor Presidente, se le dice a usted que por favor nos ayude, que nos dé la mano, que no nos pase lo que les pasó a los periodistas. Nosotros tenemos hijos, tenemos familia que ir a ver al Ecuador. Nosotros no tenemos nada que ver en esto, por favor señor Presidente, déles lo que ellos quieran, nosotros simplemente somos ciudadanos del Ecuador, no tenemos nada que ver en este problema… Por favor señor Presidente, dénos la mano, usted también es padre, ayúdenos”.
Tres horas después, el Gobierno ecuatoriano difundía a través de un comunicado oficial la identidad de los rehenes.
“Luego de las respectivas investigaciones se ha procedido a identificar a la pareja que fue secuestrada por alias Guacho: Óscar Efrén Villacís Gómez y Katty Vannesa Velasco Pinargote.
Sus familiares se encuentran este momento bajo cuidado del Comando de Policía de Santo Domingo de los Tsáchilas”.
Las hermanas de ambos secuestrados denunciaron el hecho ante la Fiscalía de Colombia, ese día. Ana María Velasco, hermana de Katty, relató que una semana antes, el martes 10 de abril a las diez y media de la noche, la vio doblando su ropa para viajar hacia Esmeraldas.
“Iba a acompañar a su marido a cobrar un dinero y después a pasear”.
El miércoles 11, al atardecer, Katty envió un mensaje a su mamá:
“Mami ya llegamos, estamos bien, no se preocupe”.
La última imagen que subió en el celular la muestra en la piscina de un hotel, con su pareja. Su hermana le escribió para averiguar cómo estaba, pero como única respuesta recibió una palabra: Hola. Supuso que no podía escribir ese momento, por lo que le envió un saludo por audio, preguntándole cómo estaba y cuándo volvería. “Sí”, fue el desconcertante mensaje de vuelta.
Katty ya no volvió a comunicarse.
En cambio, Delia Zulay, hermana de Óscar, contó que la mañana de miércoles 11, temprano, él le llamó para pedirle dinero prestado porque iba a viajar a Esmeraldas de paseo.
“Al regreso iba a ir a San Lorenzo a comprar unos zapatos porque eran más baratos y buenos. Le advertí del peligro que corrían por lo que había pasado con los periodistas, me dijo que no pasa nada, que ellos se habían metido muy adentro, por eso les habían cogido; (me aseguró que) nosotros solo cruzamos y regresamos”.
La tarde del jueves 12 de abril, Óscar chateó con un vecino de su barrio, a quien le dejó entender que la moto en que viajaron –de colores negro y rojo- le estaba dando problemas mecánicos.
Le preguntó si ya volvía a Santo Domingo de los Tsáchilas. Cuando le comentó que estaba en San Lorenzo, le averiguó si estaba “camellando”. “Sisas compa”, fue lo que respondió. El interlocutor le consultó cuándo tenía previsto regresar a su casa. Este texto lo envió antes de las 7 de la noche. Ya no tuvo respuesta.
En las primeras horas de ese jueves 13 de abril, Óscar reinició el contacto con su vecino y amigo, pero en un tono vago y evasivo. Solo dijo, con palabras abreviadas, que se encontraba bien.
Cuando Ana María se enteró del secuestro en los noticieros, facilitó el registro de la habitación que Katty compartía con Óscar en Santo Domingo.
Encontraron el registro de la compra de un carro marca Nissan modelo Tida, “Color dorado, del cual no conocía su existencia, así mismo en este contrato constaba un número celular del señor Óscar Villacís”.
Eran jóvenes, no hacía mucho tiempo habían formado una pareja juntos. Ambos tenían hijos por criar; él dos y ella una. Eran uno de los soportes económicos en sus familias.
La fatalidad de su destino quedó unida, en un lazo de sangre, con la tragedia de los periodistas. Óscar y Katty fueron secuestrados por integrantes del Frente Oliver Sinisterrra (FOS) casi al mismo tiempo que circulaban imágenes de los cuerpos de los tres miembros del equipo de diario El Comercio.
Desde el inicio, sus familiares temían un desenlace violento. Especialmente, cuando vieron en una canal de TV una entrevista de César Navas, que era el ministro del Interior por esos días.
“Pude visualizar que el funcionario indicaba ‘que no iba a existir negociación, porque si tenían que enfrentarse como Estado lo iban a hacer’, por lo que me temo que no vayan a hacer nada por ellos; pido que por favor se apiaden de mi hermano, de ambos”, escribió la hermana de Óscar, en su denuncia ante la Fiscalía de Colombia.
El viernes 20 de abril, mientras investigadores de ese país analizaban escuchas telefónicas de posibles colaboradores del Frente Oliver Sinisterra, interceptaron este mensaje: a la pareja de ecuatorianos secuestrados la tenían en permanente movimiento y analizaban la posibilidad de acabar con sus vidas, pero pedían instrucciones al respecto.
En diálogos durante los días siguientes, que fueron interceptados por la justicia colombiana, la gente cercana a Guacho mencionaba que los cuerpos de los periodistas de diario El Comercio habían sido entregados el 25 de abril a un miembro de frente, El Negro.
Las autoridades colombianas que monitoreaban esas llamadas también se enteraron de los apellidos de tres colaboradores del frente narcoterrorista en el Estado: servidores públicos que recibían prebendas, a cambio de dar aviso oportuno frente a operativos de la fuerza pública, y de dar facilidades al paso de narcóticos.
El 30 de abril, la Unidad Antisecuestros de la Policía del Ecuador, Unase, revisó un comunicado, de 8 puntos, firmado por la Dirección del Frente Oliver Sinisterra de las FARC-EP.
“Solicitamos la liberación de las personas retenidas en Ecuador y Colombia, guerrilleros, milicianos, civiles, hacer un corredor humanitario en la frontera ecuatoriana para poder hacer entrega de los periodistas y los dos retenidos, miembros de la Inteligencia Ecuatoriana”.
A partir de su secuestro, Óscar y Katty eran considerados canjeables para el grupo narcoterrorista. Que las autoridades dejaron a su suerte a Óscar y Katty se desprende de la entrevista que también nos dio el exministro del Interior, César Navas. Consultado frente al secuestro de la pareja, y la decisión de no negociar, dijo: “Así es, hubo un giro, porque sí quisimos negociar y de repente nos asesinan a nuestros compatriotas, lo más posible es que venían con un nuevo chantaje con la pareja. Ya no había condiciones para negociar”.
El cambio del gobierno frente a las demandas del FOS ocurrió el 17 de abril, horas después de que se conociera que Óscar y Katty estaban secuestrados. En la reunión del Consejo de Seguridad Pública del Estado (Cosepe) el presidente Lenín Moreno dejó sentada su posición de ya no negociar.
“En primer lugar, porque estamos tratando de una persona que no cumple los compromisos, independientemente de que, además, es un criminal y un narcotraficante, es un asesino. Nosotros habíamos cumplido a cabalidad todos los compromisos que habíamos acordado, entre esos la desmovilización de las tropas temporalmente y, entre esos, pues, acelerar los procesos judiciales.
“Estábamos a punto, casualmente el día de hoy, de tener todos los elementos en orden como para poder liberarlos. Lo cual ya entiendo que a más de uno ya les causaba mucho escozor y a mí también. Porque a los que estaban liberando eran criminales de la misma calaña. Sin embargo, en virtud de la vida, del derecho a la vida de los compañeros periodistas, nosotros estábamos dispuestos como lo manifesté a hacer cualquier tipo de sacrificio, pero no cumplieron (…).
“Muchísima pena por todas aquellas muertes que puedan venir después de esta situación. Pero creo que estamos claros de que nosotros no podemos tener un Estado arrinconado. Yo creo que el principio elemental de dignidad, de un pueblo, de una ciudadanía, de un Gobierno y de un Estado va bastante más allá de la vida de una… o de unas pocas o algunas personas. Con todo respeto a la vida de ellas, pero yo creo que la dignidad de un Estado va bastante más allá que eso (…)”.