Felipe Quispe Huanca es un líder aimara; avivó el levantamiento indígena que llevó a la caída del presidente Sánchez de Losada, en 2003, en Bolivia. Organizó visitas de indígenas a campamentos de las FARC desde Quito, antes de 2005. Los participantes en los campamentos llegaron como invitados de la Confederación de Nacionalidades Indígenas, Conaie, entonces presidida por Leonidas Iza Quinatoa. El relevo generacional de la familia en las organizaciones indígenas es Leonidas Iza Salazar, quien saltó al ojo público recientemente. Estuvo al frente de las protestas que, durante 11 días, en octubre de 2019, mantuvieron en vilo al Ecuador. Quispe Huanca es uno de los férreos opositores a Evo Morales, quien acaba de renunciar a la Presidencia.
Redacción Código Vidrio
El imperio de Evo Morales se desmoronó en Bolivia. Su maniobra para perpetuarse en el poder, después de ser el mandatario del grupo bolivariano con mayor permanencia en el cargo, encendió la mecha.
Una protesta de esa magnitud no se había visto en Bolivia desde octubre de 2003, cuando se produjo la Guerra del Gas, en el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. Entonces, los militares dispararon contra las multitudes, para desbloquear vías, porque las ciudades empezaban a vivir desabastecimiento. Fue una masacre. Dejó más de 60 muertos, la mayoría, indígenas.
Pero esta vez, los militares anunciaron que no dispararán contra el pueblo. Ésa es una diferencia sustancial entre las protestas de 2003 y 2019, en ese país.
En los hechos de 2003 participaron líderes indígenas, como cabeza visible. En 2019, Evo Morales fue el que sufrió la embestida de distintos grupos bolivianos, incluidos los idígenas.
Solo semanas antes, en octubre, en Ecuador hubo 11 días de violencia por la eliminación del subsidio a los combustibles.
Son hechos distintos, en países y contextos diversos. Pero hay puntos en común. Más de un personaje cruza todas las historias.
Descontento
Las protestas de 2003 y 2019 en los dos países empezaron por el rechazo ante “paquetazos”, por la política gubernamental frente a combustibles fósiles.
En Bolivia, la Guerra del Gas ocurrió en octubre de 2003. El líder campesino Felipe Quispe Huanca (conocido como Mullku, cóndor en aimara) reivindicó el protagonismo. En 2013 publicó el libro “La caída de Goni. Diario de la Huelga de Hambre”. En él, revela cómo se organizó el plan y describe detalles de la emboscada al Ejército. Deja entrever que luchaban “Por una nación y por un Estado propio”.
¿Su estrategia? “Cortar los suministros de agua y electricidad, quemar a la ciudad por una parte, y por otra, asaltar el Palacio de Gobierno, los cuarteles, las casas de los ricos y matar a los q’aras ministros y otros de la zona sur…”.
En la Guerra del Gas hubo 60 fallecidos. El entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, Goni, que planeaba la privatización del gas y su exportación a través de puertos chilenos, fue derrocado. En el momento más crítico, habría pedido una pistola para suicidarse. No lo hizo y partió al exilio hacia Estados Unidos. Aún no prospera el pedido de extradición para que regrese y enfrente a la justicia. En cambio, varios militares fueron procesados penalmente.
Evo Morales era diputado del Movimiento hacia el Socialismo (MAS), y cabeza de la oposición, por esos días. Debía recibir una condecoración de Muamar El Gadafi, en Libia. Al regreso de ese viaje, pasó por Ginebra y Caracas… Para muchos, el líder cocalero estuvo, convenientemente, viendo los toros de lejos, pero luego tomó ventaja. Al volver a Bolivia, militares le habrían pedido que, como líder opositor, capitalizara el golpe. Pero él habría replicado que no era “Ningún golpista”, negándose a asumir la Presidencia de su país.


A la postre, dos años más tarde, Evo cosechó el triunfo político. Ganó las presidenciales en 2005. Gracias a maniobras electorales, 14 años más tarde ganó en primera vuelta, pero no contaba con el rechazo del pueblo en las calles. Su vicepresidente, Álvaro García Linera, es ajeno al movimiento indígena. Informes de Inteligencia lo vinculan con el narcotráfico.
En su juventud, García Linera fue compañero de armas de Felipe Quispe Huanca, en el Ejército Tupac Katari. La organización estuvo activa entre 1986 y 1992, cuando fue desarticulada y sus miembros, apresados. Esto derivó en el distanciamiento entre Quispe y García Linera. El primero acusaba al segundo de haber delatado a sus excompañeros de armas, cuando estuvo en prisión.
Felipe Quispe es un declarado simpatizante de las FARC, de Colombia. Y ahí es donde entran en escena otros personajes de esta historia. Y la conexión con Ecuador.
El campamento FARC de los Aimaras desde Quito
En 2003 se realizó el Congreso de los Pueblos del Ecuador. Su objetivo era aglutinar a las fuerzas opositoras, contra las políticas “antinacionales” del gobierno de Lucio Gutiérrez, coronel que llegó al poder con la izquierda, y en alianza con los indígenas; pero luego se proclamó el mejor amigo de Estados Unidos.
Asistir a la cita internacional era la fachada para otro propósito: coordinar el viaje de Quispe y de cinco grupos de indígenas, al campamento de las FARC, para recibir capacitación. Entre los primeros bolivianos aimaras que viajaron a entrenarse en la guerrilla había menores de edad.
Quispe Huanca quedó deslumbrado por la experiencia en los campamentos de las FARC, relata el libro “El Juego del Camaleón”, del periodista Arturo Torres. El líder indígena le pidió a Raúl Reyes (el segundo al mando en esa guerrilla), que sus hijos pudieran permanecer tres meses en los campamentos, “porque así aprendían más”.
-“Comuníquele a Quispe que con gusto recibimos a los estudiantes en junio. Espero que me informe cuántos serían y el tiempo disponible para su estadía aquí”- le instruyó Reyes a la mujer que coordinaba toda la logística de las FARC en Ecuador, Nubia Calderón.
El campamento FARC se organizó desde Quito. Para facilitar los traslados y justificar el ingreso de los bolivianos al Ecuador, Nubia Calderón refirió que había buscado el apoyo de Leonidas Iza, quien por entonces era presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie). Según Calderón, pidió al dirigente que facilitara una carta de invitación a un seminario.
-“Conseguí que Leonidas Iza me diera la carta (…). Con él se logró que los reciban y les den alojamiento”- le contó Nubia a Reyes. La carta está en poder de Inteligencia de Colombia.
Los bolivianos llegaron por tierra. Tenían documentos que los acreditaban ciudadanos chilenos. Se hospedaron durante dos días en una fundación ubicada en el centro oriente de Quito, en el barrio El Dorado, cerca al parque Itchimbía.
Iza aseguró que no conoció a Calderón, y que no le dio carta alguna. Admitió ser amigo de Quispe. Reconoció haberlo invitado al Congreso de los Pueblos, pero negó haberse reunido con miembros de las FARC.
A los aimaras no les fue bien en los campamentos guerrilleros. “Dicen que ellos vinieron por corto tiempo y que sus jefes no les explicaron bien la dureza de estas labores. Esta gente no es de mucho trabajo”, llegó a quejarse Reyes, a Nubia Calderón, a través de correos electrónicos.

Contactos en Ecuador
Sin embargo, Quispe era valorado como un buen prospecto por las FARC. Según comunicaciones de Iván Márquez, del Secretariado, “Quispe, bien orientado por nosotros, puede ser una carta hacia el futuro”.
Las FARC tenían un plan de expansión hacia Bolivia y veían en el líder aimara la punta de lanza.
En Quito, Quispe se reunió en Quito con Juan Meriguet, justo un mes después de las protestas de 2003. Fotos –que aquí publicamos- así lo revelan.
Durante el correísmo, Meriguet ocupó altos cargos en la Secretaria de los Pueblos y Movimientos Sociales. Luego, despuntó en la Cancillería. De izquierda radical, Meriguet fue el delegado del Gobierno ecuatoriano durante el proceso de diálogos de paz entre el Gobierno de Colombia y la segunda guerrilla más antigua de ese país, el Ejército de Liberación Nacional.
Meriguet aseguró que no era amigo de Quispe al investigador del libro citado. Sí dijo, en cambio, recordar que el boliviano llegó para el Congreso de los Pueblos. “Lo entrevistamos con otros periodistas en Altercom”. Esta organización noticiosa con tendencia de izquierda estaba dirigida por la esposa de Meriguet, María Augusta Calle. Periodista y militante de izquierda, Calle fue asambleísta constituyente y legisladora durante el correísmo.
Después del encuentro en Quito, Quispe viajó a Venezuela. Fue nombrado presidente honorario de la Coordinadora Continental Bolivariana, brazo político y diplomático de las FARC. La designación se produjo mientras participaba en el Primer Congreso Bolivariano de los Pueblos, con el apoyo del gobierno de Hugo Chávez.
Leonidas Iza dejó la presidencia de la Conaie. En febrero de 2004 sobrevivió a un atentado con armas, luego de regresar de un encuentro de pueblos en Cuba. A su familia y a él los dispararon cuando llegaba a la sede de la organización indígena, al norte de Quito.
15 años más tarde, quien hace noticia es un primo suyo. De idénticos nombre y apellido. Leonidas Iza Salazar, dirigente indígena de Cotopaxi, fue una de las figuras más visibles durante las jornadas de rechazo a la eliminación de los subsidios a los combustibles.

Él representa a la generación de relevo de los Iza. Con un discurso radical que reivindica la lucha del pueblo indígena y su sistemática marginación, acusa al gobierno de neoliberal y de entregarse a las políticas del Fondo Monetario Internacional, FMI. En 11 días de protesta hubo al menos 10 muertos. Según la dirigencia indígena, la represión fue desmedida.
El gobierno afirmó que había un plan golpista en marcha. Derogó el decreto que eliminaba los subsidios a los combustibles, mientras las organizaciones aseguraban mantenerse en pie de lucha.
En Bolivia, en cambio, Quispe radicalizó su oposición hacia Evo Morales, acusándolo de traicionar el proyecto indígena, luego de sacar provecho del levantamiento de 2003. El 10 de noviembre, Morales, renunció a la Presidencia.