El Gobierno ecuatoriano decidió formalmente el canje de los tres rehenes por tres hombres que Guacho reclamaba, quienes se encontraban detenidos, el lunes 9 de abril de 2018. Pero los tres secuestrados fueron ejecutados 48 horas antes, según testimonios y documentos, aquí revelados.
Por Arturo Torres
Ese sábado 7 de abril el cautiverio llegó a su fin. Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra, murieron por disparos en la selva de Los Cocos, en Colombia.
Hasta ese día, Guacho y el canal de negociación oficial llevaban una semana exacta de diálogos, sin resultados. Habían intercambiado mensajes el último día de marzo; el 1, 2 y 3 de abril. En todos los diálogos por chat de WhatsApp el líder del grupo narcodelictivo pedía la liberación de sus tres hombres, Cuco, Tobón y Cuajiboy, detenidos en Mataje el 12 de enero de 2018.
El interlocutor oficial ecuatoriano (a quien Guacho identificaba como Maldonado, fachada detrás de la cual actuaban tres delegados estatales) pedía tiempo. Respondía con evasivas. Nunca explicó que el canje implicaba un proceso judicial abreviado para liberar a los tres acusados por tenencia de armas y explosivos, según los documentos de la negociación a los que tuvimos acceso.
Eso significaba que primeramente debían ser sentenciados, para recibir el indulto (perdón) presidencial que facilitaría la excarcelación y el canje con los rehenes. Los tres hombres que reclamaba Guacho estaban detenidos en la cárcel de máxima seguridad de Latacunga, en Cotopaxi, en la zona andina central. Los lentos resortes de la justicia habían fijado la audiencia de juzgamiento para el 18 de abril de 2018. Guacho no recibió una sola palabra al respecto, según corroboramos.
En el curso de esta investigación revisamos en detalle el cruce de mensajes, a través de la plataforma de WhatssApp, entre los interlocutores oficiales ecuatorianos y Guacho, para entender cómo fue la negociación para liberar a Paúl, Javier y Efraín. Accedimos a los documentos oficiales que registran estas conversaciones para entender el tono de los diálogos. La voluntad de negociar el canje fue solamente una estrategia para ganar tiempo, de acuerdo con el resultado de nuestra reportería documental y testimonial.
La mañana del sábado 7 de abril se rompió la línea de contacto por teléfono celular. El diálogo -el último que mantuvieron Guacho y el negociador a través del chat- duró apenas 32 minutos.
(Guacho) -Vea malparido. Diga cuándo me los libera.
(Negociador) -No nos da la oportunidad de escucharnos.
(Guacho) -O le mato a esos periodistas.
(Negociador) -No amigo no haga eso, estamos trabajando.
(Guacho) -Entonces para cuando me tiene la liberación de ellos. No sé ustedes por qué no quieren negociar.
(Negociador) -Tenga paciencia.
(Guacho) -A mí me da lo mismo tenerlos vivos o matarlos.
(Negociador) -Usted los tiene a ellos, tenga paciencia.
(Guacho) -Dígale a ese ministrillo del Interior que lo tengo en la mira. Y mis ataques y bombas van a continuar…
El captor perdía la paciencia. Pedía filmaciones que mostraran a sus tres colaboradores, imágenes de vídeo en las cuales ellos confirmaran que se encontraban bien. En el fondo era una treta. Uno de los detenidos (Cuco) mantenía un celular en la celda de la cárcel de Latacunga, y se comunicaba con el líder de la disidencia. El aparato recién le fue confiscado el 12 de abril de 2018. Cuco (Patrocinio Cortez) se rehusaba aparecer en los vídeos, a pesar de la insistencia de los negociadores ecuatorianos que viajaron durante dos horas desde Quito para intentar convencerlo.
Cuco, afrodescendiente igual que Guacho, nació en Esmeraldas en 1983 y era su lugarteniente en Mataje. En este poblado vivía la familia materna del líder de las disidencias.
Walther Patricio Arízala Vernaza es la verdadera identidad de Guacho. Nació en Limones (Esmeraldas, en Ecuador) en 1989 y desde su adolescencia vistió el uniforme militar de las FARC de Colombia. Como muchos afrodescendientes de la frontera norte, no encontró oportunidades de estudio ni de empleo en su tierra. Por eso abrazó la causa guerrillera.
Fue explosivista, mando medio, recibió formación política y capacitación en manejo de masas. Intentó, pero no por mucho tiempo, acogerse al pacto de paz con el Gobierno de Colombia. Esto ocurrió en 2016, cuando inclusive tramitó un documento que lo acredita como ciudadano colombiano (con el nombre de Luis Alfredo Pai Jiménez). Pero volvió a las andanzas, porque era más lucrativo vigilar el «submarino» que llevaba el cargamento de droga por el océano Pacífico. Con el nombre del frente Oliver Sinisterra, la organización narcodelictiva coordinaba acciones con carteles mexicanos, entre ellos, Sinaloa. Temido, odiado y amado con igual intensidad, Guacho practicaba brujería y mataba sin piedad. En el chat anunciaba ese 7 de abril que se había acabado su paciencia y el destino de los rehenes ya estaba escrito con sangre.
(Guacho) -Los liberan o no. Dígame de una vez o si no para matar a estos manes.
(Negociador) -Estamos trabajando. Usted está viendo los resultados.
(Guacho) -Vea gonorrea. Hoy a las 3 le mando el vídeo de uno de ellos muerto. Ok.
(Negociador) -No amigo, no haga eso, estamos negociando bien y transparente.
(Guacho) -Pero usted no me dice nada concreto y eso no me sirve, entonces así quedamos.
(Negociador) -Amigo le estoy demostrando lo que estamos haciendo.
(Guacho) -Le quedó grande, a mí eso no me sirve.
(Negociador) -Amigo es lo que Ud. nos está pidiendo.
(Guacho) -No sea mal parido. Lo que digo es la liberación de ellos.
(Negociador) -Sí, estamos trabando para eso, paciencia.
(Guacho) -¿Paciencia? Usted dice eso cuando su gente está encadenada y dice que paciencia? Cuando usted se muera va a descansar Hpta.
Ese fue el último mensaje de Guacho. Las palabras del negociador quedaron sin respuesta.
(Negociador) -Créame amigo estamos haciendo todo por conseguir la mejor solución para todos. Estamos hablando con la verdad, sabemos lo delicado que es esto y queremos lo mejor y si Dios quiere tranquilidad para lado y lado.
Esa noche de sábado llovía en la selva de Los Cocos, en Colombia. Los hombres de Guacho, según la Fiscalía colombiana y dos testigos, asesinaron a los tres cautivos. Recién dos días más tarde, el Gobierno ecuatoriano decidía formalmente canjear los rehenes por los tres hombres de Guacho. Era demasiado tarde.
La decisión tardía
El Gobierno ecuatoriano desconocía cómo actuar en una situación de este tipo: un secuestro sin una petición económica de por medio, según el entonces ministro del Interior, César Navas y otros funcionarios consultados. Su par colombiano aconsejaba no negociar con una organización narcoterrorista. El vocero de esa tesis era el propio ministro de Defensa de la época: Luis Carlos Villegas, cuya hija había permanecido tres meses secuestrada por el frente 53 de las FARC, pero fue liberada en el Caquetá, con vida. Esta versión la confirmamos con fuentes oficiales colombianas.
Al inicio del secuestro el Estado ecuatoriano conformó un comité de crisis, cuya primera sugerencia hacia los familiares resultó nefasta: les pidió no difundir los nombres de los rehenes, para precautelar su seguridad. Durante casi una semana muchas voces pusieron en duda la veracidad del hecho.
Las autoridades ocultaron la primera prueba de vida, enviada por los captores. Frente a la inacción, los secuestradores enviaron un video del equipo periodístico, con cadenas en el cuello, a la prensa colombiana para que los difundiera. Esto ocurrió el lunes 2 de abril.
Dos días después, ya era el 4 de abril, el presidente Moreno pidió confidencialmente al comité de crisis trabajar en varios escenarios. César Navas, por entonces ministro del Interior, presentó las siguientes probabilidades:
-Negociar el canje
-Incursión para intentar liberarlos
-Liberación voluntaria
-Asesinato del equipo periodístico
Monseñor Eugenio Arellano, presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, se reunió con los familiares de los periodistas, pidió públicamente al Gobierno considerar el canje como una opción y anunció su apoyo. Había trabajado como misionero en San Lorenzo; conoció a Guacho en su infancia.
El sábado 7 de abril, en la tarde, Navas convocó a una reunión informal a los familiares. Les habló de cuatro escenarios (no los describió) y les aseguró que los tres rehenes estaban bien, según testimonios que recogimos. Sin embargo, ese sábado, el representante del Ministerio del Interior ante el comité de crisis dejó de pertenecer a esa instancia. Pocos días después se enrolaba en la Secretaría de Inteligencia, de acuerdo con reportes a los que accedimos.
En el curso de varias entrevistas que mantuvimos, Navas nos aseguró insistentemente que no conoció que la muerte de los rehenes ocurrió el sábado 7 de abril.
No obstante, el lunes 9 de abril Navas reveló ante la prensa que “No estamos en ningún proceso de negociación” y se refirió a un perímetro de seguridad alrededor de los secuestrados, afirmando que estaban en el lado colombiano de la frontera. Mencionó que se realizaba una “operación técnica policial para garantizar la vida de los secuestrados”.
La noche de ese lunes 9 de abril, con la autorización de su agrupación política que a la fecha tenía mayoría en el Legislativo, el Gobierno de Lenín Moreno tomó la decisión formal del canje. El martes 10 de abril Navas convocó al viceministro del Interior, al comandante de la Policía, al director de Inteligencia y al jefe de la Unidad Antisecuestros para informarles de la resolución. Documentos oficiales que recabamos en el curso de esta reportería confirman todas esas fechas.
A las seis de la tarde del miércoles 11 de abril, en un centro de retiros espirituales, los agentes de la Unidad Antisecuestros se reunieron en forma reservada con Monseñor Arellano para pedirle su intermediación. Los detalles de esa reunión los documentamos en esta reportería.
Sin embargo, desde esa mañana ya circulaba un comunicado, firmado en las montañas de Colombia y atribuido al Frente Oliver Sinisterra con el logo de las FARC-EP. El escueto texto revelaba que por desembarcos “en varios puntos donde estaban los señores retenidos” se produjo la muerte de los periodistas y el conductor.
A través del chat de comunicaciones con Guacho, los negociadores le preguntaron la veracidad de ese documento. No hubo respuesta, porque él ya había roto la línea de contacto. También le informaron que ya estaba resuelto el canje y por primera vez en dos semanas de cautiverio le proporcionaban un dato concreto: el Obispo de Esmeraldas iba a ser el intermediario del canje.
El desenlace trágico fue el sábado 7 de abril
Varios elementos confirman la fecha de la muerte de los periodistas, que a través de este portal revelamos.
- El testimonio de un disidente que, detenido en Colombia, menciona que el asesinato ocurrió un sábado por la noche cuando llovía. El vídeo que los muestra encadenados fue filmado el lunes 2 de abril, por lo que el sábado previo aún estaban con vida.
- El sábado 7 de abril se rompen las negociaciones por chat entre el interlocutor oficial y Guacho. Eso es tan cierto que dos días más tarde el entonces ministro del Interior, César Navas, afirma que no hay negociación.
- El delegado del Ministerio del Interior ante el comité de crisis de desvincula de esta instancia el mismo sábado 7 de abril.
- El lunes 9 de abril, en conferencia con medios de prensa extranjeros, Navas explica vagamente sobre un perímetro alrededor de los secuestrados, estableciendo que están en territorio colombiano. Y advierte que hay una operación técnica policial para garantizar su vida, dejando entrever que sí conocían su ubicación.
El Gobierno ecuatoriano aceleró las gestiones desde el 9 de abril de 2018
Repentinamente, a partir del lunes 9 de abril el Gobierno ecuatoriano empezó a dar señales aceleradas de preocupación. Realizó una serie de reuniones con directores de medios de comunicación, representantes diplomáticos, gremios empresariales, cúpula de la Iglesia… Por primera vez, el martes 10 de abril, el Presidente Moreno se reunió con los familiares de los cautivos.
En las citas reapareció un personaje que estuvo ausente durante los días previos, la entonces canciller María Fernanda Espinosa. Desde el 26 de marzo se mantuvo ajena, dedicada de lleno a promocionar su candidatura a un cargo en la ONU que a la larga obtuvo.
César Navas, a la época ministro del Interior, sorprendió a los medios el lunes 9 de abril, al declarar que no había negociaciones con los captores. Sin embargo, esa noche, el buró de Alianza PAÍS resolvió formalmente iniciar el canje de los tres de Guacho por los rehenes.
Dos días después empezó a circular por redes sociales el comunicado del frente Sinisterra, en el cual anunciaba las muertes de los cautivos. Y horas más tarde los disidentes difundieron las fotos de sus cuerpos sin vida.
Ante la contundencia de las evidencias, el 13 de abril el presidente Moreno confirmó la ejecución del equipo periodístico y anunció que se levantaría la reserva de toda la información sobre la negociación para liberarlos. Ese ofrecimiento aún no se ha cumplido.