La relación del ex presidente Rafael Correa con Odebrecht empezó a cimentarse desde cuando era ministro de Economía, en 2005. A su regreso de una visita a Brasil, dispuso que se agilitara inmediatamente el pago de 14 millones que se le adeudaba a la constructora. En adelante, ya en el poder, benefició a la empresa a diferentes niveles y épocas. Para esto, no dudó en eliminar filtros en el sistema de contratación y dar su beneplácito para que se le confiaran importantes proyectos en todo el país.
Por: Arturo Torres y María Belén Arroyo
Religiosamente, los lunes –después del cambio de guardia- sesionaban en el despacho presidencial. Rafael Correa y Jorge Glas, más que Presidente y Vicepresidente, eran amigos desde pequeños. Compartían una historia personal en común, marcada por la ausencia de la figura paterna. La familia de los boyscouts los acogió con los brazos abiertos. Se volvieron incondicionales. Como un puño, que luego gestaría la llamada revolución ciudadana, hoy reducida a cenizas.
El gabinete de sectores estratégicos, en pleno, se reunía con el entonces Presidente entre dos y cuatro veces cada mes. Correa estaba informado de cuanto ocurría a su alrededor en este y otros temas. ¿Conocía y calló para proteger a su pupilo? Así se colige de una parte, hasta hoy desconocida, del célebre audio que le costó el cargo de secretario de la Presidencia a Eduardo Mangas. “Nosotros entendemos esa relación personal de infancia, de mejor amigo, de Rafael y Jorge, pero no por eso pueden arrastrarnos a todo el partido”.
Previamente, el entonces funcionario reflexionaba sobre el costo de retomar obras que se concibieron por el anterior gobierno, en un contexto de muchos recursos y poca planificación.
Esa urgencia por levantar proyectos por doquier fue una constante en la década correísta. El caudillo apenas llevaba siete meses en la Presidencia. Quería correr. Tenía prisa por viabilizar la contratación masiva de infraestructura pública. Especialmente, en los sectores hidroeléctrico y petrolero donde se concretaron proyectos sin licitación, por miles de millones de dólares.
La campaña para elegir a los 130 miembros de la Asamblea Constituyente estaba en pleno apogeo. Era el 2 de agosto de 2007.
Sin embargo, ese día, el mandatario dejó en un segundo plano sus reuniones políticas. Su agenda se enfocó en la sesión de la junta del Fideicomiso Fondo Ecuatoriano de Inversión en los Sectores Estratégico e Hidrocarburífero (FIMFEISEH). A la cita acudieron los ministros de Economía y Finanzas, Fausto Ortiz; de Minas y Petróleos, Galo Chiriboga; y el gerente del Banco Central, Jorge Dávalos.
El entonces mandatario estaba preocupado. En tono de reclamo, cuestionó a sus colaboradores porque “Habiendo transcurrido más de seis meses del Gobierno, aún no se ha concretado ningún proyecto de inversión en las áreas estratégica e hidrocarburífera, con los recursos acumulados en el FIMFEISEH”. Justificó su premura en la crisis que atravesaba Petroecuador.
El subsecretario de Finanzas respondió que tenía un grupo de proyectos, en análisis. Entre ellos, obras de generación eléctrica y la rehabilitación de la refinería de Esmeraldas. El comité técnico –aseguró- realizaba estudios de factibilidad para conocimiento de la junta. Según la Ley y el reglamento, debían contener un componente técnico, económico y ambiental.
La respuesta de Correa fue tajante. “Hay proyectos que no requieren ningún estudio de factibilidad y peor aún que contengan un impacto ambiental”. Ordenó al entonces subsecretario jurídico, Alexis Mera, que preparara un decreto para eliminar el reglamento, porque era una traba para que fluyeran los trabajos.
La preocupación era compartida por Carlos Pareja Yannuzzelli, quien para entonces era presidente de Petroecuador y participaba en esa reunión. Pareja (actualmente sentenciado por beneficiarse con la entrega de contratos), pedía “Agilidad” en la asignación de recursos para Petroecuador, pues la demora había ocasionado una grave crisis interna.
La junta concluyó con dos acuerdos. El primero: priorizar contratos de rehabilitación y tratamiento de residuos en la Refinería de Esmeraldas, además de obras de generación eléctrica. Y delegar al secretario de la Presidencia para que investigara posibles acciones administrativas y legales contra distintos funcionarios por el abandono de los proyectos desde 2006. Rodarían cabezas. Esa era, de entrada, la señal.
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Esa política –con el tiempo- perforó el sistema de contratación pública, dando paso a las declaratorias de emergencia y al giro específico del negocio. Se abrieron puertas y ventanas para la entrega de contratos a dedo y créditos atados a las condiciones de los prestamistas internacionales, especialmente chinos, que Correa tanto había cuestionado desde su campaña electoral.
La carrera desenfrenada de Correa para activar la maquinaria de la obra pública empezó mucho antes, en especial para beneficiar a Odebrecht. En 2005, cuando era ministro de Economía en el gobierno de Alfredo Palacio, se reunió con diplomáticos de la embajada de Brasil. Y confirmó el carácter prioritario del proyecto Toachi Pilatón, el cual debía efectuarse –según dijo- “Al más breve plazo posible” con la constructora brasileña.
Otro dato inédito, revelado a Código Vidrio por un alto funcionario del Banco del Estado, que pidió no exponer su identidad por seguridad, ayuda a entender los primeros acercamientos y posibles compromisos de Correa con Odebtrecht. En mayo del 2005, también en calidad de ministro él viajó a Brasil para ver posibilidades de inversiones y acuerdos económicos con el gobierno de Lula da Silva. A su retorno -contó el funcionario- Correa contactó a las principales autoridades del Banco y les preguntó por qué no habían cancelado 14 millones de dólares que le debían a Odebrecht por el proyecto de riego Carrizal Chone. Los funcionarios le contaron que no tenían suficientes fondos. Al siguiente día, por orden de Correa, desde el ministerio de Economía se dispuso la transferencia de 6 millones que faltaban para cubrir el monto adeudado a Odebrecht, que recibió el pago completo en sus cuentas inmediatamente.
Posteriormente, funcionarios del Banco del Estado viajaron también a Brasil y conocieron que Correa no solo había mantenido reuniones con autoridades gubernamentales sino con ejecutivos de Odebrecht.
Un audio filtrado en 2017 de una conversación de Fabricio Correa, hermano mayor del exmandatario, también da más elementos sobre esta relación. “Yo manejé la relación de Odebrecht al principio (Correa era presidente de la Cámara Ecuatoriano-Brasileña), porque desde que mi ñaño fue ministro se hizo pana de los manes, ellos nos ayudaron en la campaña, el que llevaba la relación era yo, que soy contratista de ellos desde 1996″. Después, Fabricio habló de una nueva reunión entre Marcelo Odebrecht y Rafael Correa, luego de un viaje del dueño de la multinacional a Quito en su avión privado. En esa cita se habrían sellado varios acuerdos, entre otros la construcción del proyecto hidroeléctrico Toachi-Pilatón. Contactado por este portal, Correa no quiso pronunciarse.
Semanas antes de que Correa llegara al poder, en diciembre de 2006, Marcelo Odebrecht preparó la agenda para la primera reunión presidencial en el palacio de Planalto, entre Lula y Correa, en la cual se trataron también los contratos de Petrobras. Este dato se incluye en un correo electrónico dirigido por Odebrecht a Alexandrino Alencar, que es parte del expediente Lava Jato.
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Lo cierto es que todas las decisiones se alinearon para favorecer a Odebrecht en la administración de Correa. En 2007, la empresa fue contratada para ejecutar la central hidroeléctrica Toachi Pilatón.
Diez años más tarde, Toachi Pilatón aún no funciona y solo genera pérdidas. Aquí surge una pregunta crucial: ¿Es verdad que la investigación fiscal de Odebrecht, dirigida por el exasesor presidencial Carlos Baca, fue direccionada para dejar fuera a Rafael Correa del expediente? Esa es una de las piezas que se desprende del audio entre el ex contralor Carlos Pólit y el presidente de la Asamblea, José Serrano, revelado el 26 de febrero. En él, confabulan para tramar la salida de Carlos Baca Mancheno como Fiscal General. Desde el minuto 3, se escucha esta conversación:
Serrano: “…con el propio Odebrecht ellos (la Fiscalía) parece que han arreglado la delación”.
Pólit: “Pero total, Pepe, cuando ese tipo habla, hace el testimonio anticipado (José Santos, el delator), mira lo que habla viejo, a ese lo prepararon, totalmente, y solo le preguntan: ¿Y Rafael Correa habló con usted? No, nada que ver, nada que ver”.
Esta es una ficha más de un rompecabezas que no termina de armarse.