Las islas Galápagos, el icónico Patrimonio de la Humanidad, están siendo arrastradas por las mafias del narcotráfico. El año pasado aumentó, como nunca antes, el envío de cocaína por los
corredores que rodean las islas, según una investigación exclusiva que el sábado 13 de enero
publicó el Washington Post, que hoy este medio reproduce.
Los pescadores artesanales de las islas desvían el combustible que reciben subsidiado del Gobierno para venderlo a los narcotraficantes que llevan la droga hacia Centroamérica
y Estados Unidos en barcos pesqueros.
El 2023, la Marina incautó 25 toneladas de cocaína en las Galápagos (nueve toneladas solo en noviembre) un aumento del 150 por ciento desde el 2022.
La llegada desde México de una avioneta fantasma el 2021 a la isla Isabela, que luego fue robada, es uno de los hilos conductores de esta historia, que evidencia la facilidad con que operan los narcos.
Por Samantha Schmidt y Arturo Torres
“Charles Darwin la describió como la más desolada de las Islas Galápagos, un puesto de avanzada casi extraterrestre, llena de tortugas gigantes e iguanas marinas que no se encuentran en ningún otro lado del mundo, donde el humo salía de cráteres volcánicos y la lava fluía negra”. Así arranca la investigación del Washington Post que durante varios meses reportearon Schmidt y Torres en Ecuador continental y en las islas, el año pasado.
Según el reportaje del medio estadounidense (https://www.washingtonpost.com/world/2024/01/13/ecuador-violence-galapagos-cocaine/) actualmente más de 100.000 turistas visitan las playas blancas de Isabela. Los visitantes viajan por aire aterrizan en el aeropuerto José de Villamil, una pista de aterrizaje solitaria rodeada de maleza. Durante el día, las modestas instalaciones están atendidas por un solo empleado. Por la noche, todo está en tinieblas. No hay cámaras de seguridad, ni luces. Nadie vigila la entrada a una de las reservas más cuidadosamente protegidas del planeta.
Fue aquí, poco después del anochecer de una tarde a principios del 2021, donde el empleado del aeropuerto, de 53 años, se sorprendió por un ruido: el zumbido de un pequeño avión aterrizando sin previo aviso en la pista.
Presa del pánico, se subió a su motocicleta y fue apresurado a la Policía. Cuando las autoridades llegaron a la pista, el Cessna Conquest II había sido abandonado. Quien lo había pilotado huyó, dejando atrás ocho contenedores de combustible, cinco de ellos llenos.
Desde el principio, las autoridades sospecharon de narcotraficantes. Este misterio ofrece un vistazo a la creciente amenaza criminal a las Islas Galápagos, el sitio más apreciado del planeta por su biodiversidad única, donde Charles Darwin confirmó su teoría de las Especies. Hoy este paraje paradisíaco está siendo arrastrado hacia el creciente tráfico de drogas que consume gran parte de América Latina.
En el Ecuador continental, a 600 millas de distancia, narcotraficantes mexicanos y albaneses han fomentado un aumento en la violencia de bandas violentas como nunca en la historia del paí
El martes pasado, hombres armados aterrorizaron el país con una serie de ataques aparentemente coordinads.os, desde bombardeos vehiculares a revueltas carcelarias a secuestros policiales. Un grupo se apoderó de una estación de televisión durante una transmisión en vivo y retuvo al personal a punto de pistola. El presidente Daniel Noboa tomó la extraordinaria medida de declarar un conflicto armado interno en el país: “Estamos en un estado de guerra.”
Lo que fomenta este diluvio de violencia es la creciente demanda mundial de cocaína. Organizaciones criminales internacionales se están asociando con pandillas locales para mover la droga desde América del Sur a los Estados Unidos y Europa, destaca el informe del Washington Post.
Para realizar el viaje, los contrabandistas necesitan gasolina. Por lo que han usado a las Galápagos como su punto encubierto de reabastecimiento de combustible. Una gasolinera secreta del Pacífico.
En Isabela, el único empleado del aeropuerto temía que hubieran llegado los carteles. El Cessna fue remolcado a un costado de la pista y abandonado ahí.
Dos meses después, el empleado llegó tempranos en la mañana al aeropuerto para empezar a trabajar, pero se encontró con otra sorpresa. “Fui a lavarme la cara para ver si era verdad lo que vi», relató a las autoridades.
El avión fantasma ya no estaba. Había desaparecido.
El lucrativo negocio del contrabando de gasolina
La ubicación de Ecuador lo ha convertido durante mucho tiempo en un punto de tránsito para los traficantes que transportan coca hacia Centro América y Estados Unidos por el corredor del Pacífico frente al perfil costanero. Cada año desde el 2019, las capturas de cocaína han roto récords. Al cierre del 2023 fueron capturadas 200 toneladas de esa droga.
Ahora los carteles están abriendo nuevas rutas. Para evitar a las autoridades antidrogas, muchos traficantes están optando por una ruta más tortuosa – una que gira justo al sur y al oeste de las Galápagos. Con lanchas rápidas o sumergibles, los traficantes pueden viajar hasta 14 días sin atracar, dicen funcionarios de la Marina ecuatoriana.
En lo que va del año, la Marina ha incautado casi 25 toneladas de cocaína en las Galápagos – nueve toneladas solo en noviembre – un aumento del 150 por ciento desde el 2022. Hace apenas cuatro años, la Marina capturó solo 1 tonelada, destaca la investigación del Post.
Durante años, los pescadores artesanales han recibido subsidios gubernamentales de combustible para salvaguardar sus precarios medios de sustento. Muchos ahora están aprovechando el combustible subsidiado por el gobierno para participar en el lucrativo negocio del contrabando de gasolina. En lugar de utilizar su combustible con descuento y legalmente adquirido para pescar, decenas de ellos están guardando sus suministros para los traficantes, dicen funcionarios de la Marina.
“Me han ofrecido entre $6,000 y $7,000 por un viaje”, relata un pescador. El hombre, de unos 40 años, habló de manera anónima para contar lo que dice fue su experiencia con el contrabando de gasolina hace años. Utilizando un teléfono satelital y siguiendo coordenadas GPS, dijo, se encontró con cuatro hombres enmascarados en una lancha rápida. Dos conducían, dijo; dos vigilaban armados la cocaína.
“Muchas personas se han hecho millonarias gracias a esto”, relata. Los funcionarios de la Marina dicen que los contrabandistas de gasolina pueden ganar hasta $30,000 por cada viaje.
Las incautaciones de cocaína en las Galápagos han aumentado en las últimas semanas. Pero ya no solo se trata de contrabando de gasolina y drogas a través de las islas: A finales de noviembre, la Marina encontró 112 rifles y 48 pistolas en una lancha rápida a unas 150 millas al sur de la isla San Cristóbal. Los investigadores sospechan que las armas iban dirigidas para armar a las bandas ecuatorianas que luchan por el control de las rutas de narcotráfico.
La ruta de contrabando del Pacífico es la más difícil de controlar para las autoridades, y que las aguas que rodean Galápagos son particularmente vulnerables.
Ecuador es responsable de monitorear más de 750 000 kilómetros de océano – cinco veces más que su superficie terrestre. Más de 24 000 botes, registrados para pesca artesanal, zarpan de más de 120 puertos y de muchas otras playas que, en su mayoría, no son controladas por las autoridades. La presencia de Estados Unidos en esta costa es mínima; en 2009, el entonces presidente Rafael Correa expulsó a las fuerzas estadounidenses de una base militar en la ciudad portuaria de Manta.
El Capitán Patricio Rivas, comandante de la Marina en las Galápagos, dijo que las islas se han convertido en una fuente importante de gasolina para contrabandistas que trabajan para el narcotráfico. Indicó que las autoridades están trabajando para rastrear y restringir el uso de combustible por pescadores artesanales.
Entrevistas que tuvimos con docenas de líderes locales, oficiales de inteligencia, residentes, activistas y pescadores revelan un archipiélago cada vez más cautivo del narcotráfico. Describen un lugar donde todos se conocen, donde los pescadores se vuelven ricos de la noche a la mañana, y donde una economía dolarizada y basada en el efectivo crea las condiciones ideales para el lavado de dinero.
Aeropuertos y puertos, particularmente en Isabela, tienen poca o ninguna seguridad. No hay cámaras de seguridad, tampoco hay oficiales de la marina monitoreando quién sale o ingresa en las noches. Su personal es escaso. Los empleados y funcionarios del puerto de Guayaquil en el Ecuador continental dicen que los contenedores que salen a las islas en barco rara vez son revisados por contrabando.
Una de las pocas líneas navieras que lleva comida y provisiones a las Galápagos pidió a las autoridades, en marzo de 2022, que provea una presencia policial permanente en el patio de recepción de suministros. El gobierno todavía no ha cumplido con este requerimiento.
Un equipo de oficiales de inteligencia que viajó a las Galápagos en octubre de 2022 para investigar acusaciones de corrupción en la Marina, reportó evidencia de que los marineros aceptaban sobornos para permitir que botes no autorizados entren y salgan de los puertos.
Por años, los isleños han encontrado paquetes de cocaína que llegan a las playas. Pero en una isla de alrededor de 3000 habitantes, muchos tienen miedo de reportar estos descubrimientos. Algunos dicen que han escuchado aviones no autorizados volando sobre Galápagos. El servicio de Inteligencia de la Marina está investigando rumores de pistas clandestinas escondidas en lugares inhabitados de las islas.
“Aquí en las islas todos son familia”, dijo el Capitán Rivas. “Hay muchas cosas que la gente mantiene ocultas. Puede que sepan quién está involucrado, pero no dicen nada”.
Hilda Moscoso Espinoza nació y creció en Isabela. Entre 1946 y 1959, esa isla era hogar de una colonia penal. Su padre fue uno de los últimos guardias. Ella recuerda el tiempo antes de los turistas, cuando solo cerca de 100 personas vivían allí. Las comidas eran comunales.
Ahora, la mujer de 58 años dice que ve cómo el flujo de drogas ha afectado a la comunidad. Un miembro de su familia ha luchado por años con la adicción a la cocaína y otras drogas.
Moscoso ha suplicado a los funcionarios locales que establezcan centros de rehabilitación, o psiquiátricos, para abordar el creciente uso de drogas en la isla.
“De poco a poco, las drogas se están tomando la isla”, dijo. “Y no hay ayuda.”
‘Aquí, es un secreto abierto’
El administrador del aeropuerto estaba aterrorizado de regresar al trabajo.
Le pidió a la Policía que vigile el avión en la noche, o que por lo menos instalen una cámara de seguridad y la apunten hacia la pista. Pero el departamento policial de Isabela, con solo 20 miembros, no estaba en capacidad de hacerlo, le dijeron, y el caso pasaba a manos de fiscales en una isla diferente.
El administrador, de 56 años, temía por su seguridad. Habló con el Washington Post bajo la condición de anonimato.
Sus miedos estaban justificados. Según oficiales de inteligencia el avión había venido de México. Un año antes, dijeron, la nave había viajado de Ecuador a México con un número de registro diferente, un vuelo ahora bajo investigación por presunto narcotráfico
El administrador no fue el único que hizo sonar la alarma. Poco después de que el avión llegara en enero del 2021, la cabeza de la fuerza policial de Isabela dijo a fiscales que tenía razones para creer que había personas en la isla que querían robar el avión, según un informe citado en documentos judiciales. El mayor William Albán pidió que más oficiales lo monitoreen. También les pidió que muevan los tanques de gasolina que habían quedado cerca del avión, porque facilitaban un posible robo.
Pero las autoridades nunca movieron los tanques y la Policía raramente revisaba el avión, dijo el administrador del aeropuerto.
Luego, en marzo del 2021, dos meses después de la llegada de Cessna, la fuerza policial se reunió en un restaurante en Puerto Villamil para celebrar el cumpleaños de Albán. Las fotos en documentos judiciales muestran alrededor de 15 hombres en Cuna del Sol levantando sus copas de vino. Un residente cercano dijo haber visto a los oficiales tomando hasta altas horas de la noche. En
algún punto ese día, creen las autoridades, el avión desapareció. Meses después, los fiscales acusaron a Albán y cinco otros oficiales de Policía por supuesta “asociación ilícita” por su conexión con la desaparición del avión y un presunto intento de cubrirlo. El juez Ramón Abad Gallardo los acusó de eliminar evidencia e informes del caso, y de no haber retirado los tanques de gasolina del aeropuerto. “Si la gasolina no hubiera estado en el avión o cerca a este, no lo hubieran sacado”, dijo Gallardo.
Los oficiales esperan el desenlace de su juicio. Albán no pudo ser ubicado para dar su versión al Post, que le envió mensajes s sus números celulares de referencia en el proceso.
La investigación de la misteriosa llegada y salida del avión sigue abierta. Los investigadores de inteligencia reportaron en octubre de 2022 que la falta de seguridad en el aeropuerto de Isabela lo volvieron un centro perfecto para “narcoaviones.”
En un informe de inteligencia obtenido por el Washington Post, los investigadores dijeron que sospechaban que una aerolínea local y un empresario poderoso de las Galápagos estaban relacionados con tráfico de drogas y de fauna.
Meses luego de la desaparición del avión, dijo el administrador, un hombre se detuvo con una propuesta.
El hombre, a quien el administrador reconoció como un residente de las islas, ofreció $100,000 a cambio de acceso a la pista. No dijo cómo la usaría, indicó el administrador, pero sugirió que antes ya había hecho esos tratos.
El administrador tenía sospechas de un ex colega del aeropuerto. Cuando renunció, dijo, se sorprendió de ver que se mudaba a una casa más grande. La casa, dijo, hubiera sido imposible de comprar para este hombre con su salario de máximo $1,300.
Rivas, el comandante de la Marina en las islas, confirmó que un ex empleado de autoridades de aviación estaba bajo investigación por supuesto involucramiento en una “red de narcotráfico.”
Cuando el administrador rechazó la oferta del hombre, dijo, él respondió: “Tu compañero, él estaba dispuesto a tomar este tipo de riesgos”. El exempleado no respondió a nuestros mensajes y llamadas para comentar.
Al día siguiente -dijo el administrador- otro hombre llegó al aeropuerto. Esta vez, dijo, era un extraño, un hombre que parecía tener un acento colombiano. El hombre subió la oferta: $250,000. Más de lo que él podría ganar en 10 años de trabajo en el aeropuerto.
-“No quiero, no quiero”, respondió el administrador.
-“Entonces cuánto quieres?”, preguntó el hombre.
-“Mi vida no tiene un precio”, respondió el administrador.
Él, según aseguró, reportó las ofertas a un oficial de inteligencia.
El administrador ha visto que algunos de sus vecinos repentinamente encuentran el dinero suficiente para abrir un nuevo hotel, comprar un nuevo barco, construir una nueva casa. Los hombres y sus ofertas confirmaron lo que había sospechado por mucho tiempo: Isabela era un paraíso para el lavado de dinero del narcotráfico y las autoridades no hacían nada al respecto.
“Todos saben”, dijo. “Aquí, es un secreto a voces”.
Excelente reportaje que muestra una cara de la realidad callada a voces de los locales que van siendo parte de una nueva realidad contaminada por la violencia y el narco dinero que lo corrompe todo.
Excelente trabajo de investigación. Sería un gran acierto crear un centro de reavilitación para las personas con adicciones.